30 may 2016

De carpintero a restaurador de la historia

De carpintero a restaurador de la historia

Sobre los mimbres de una carpintería centenaria y el oficio de cuatro generaciones, se levanta hoy Rearasa, una empresa zamorana que se ha reinventado hasta ser referente en España en rehabilitación y construcción en madera y piedra de edificios históricos.

 
José Luis Cabrero
30/05/2016
 
 
El bisabuelo de Carlos Alonso Arribas puso en marcha en 1900 la primera carpintería familiar, el germen de lo que hoy, cuatro generaciones más tarde, es la empresa Rearasa, que tan pronto restaura un edificio como un artesonado o un retablo. Comenzó su andadura en unos talleres en el centro histórico de Zamora y se trasladó en 2000 al polígono industrial de Los Llanos, donde cuenta en la actualidad con unas instalaciones de 18.000 metros cuadrados.
Coincidiendo con ese proceso de expansión, incorporó al grupo una nueva empresa, Arquitectura en Madera y Piedra, lo que promovió también la recuperación de la explotación y la comercialización de la piedra arenisca de Zamora, que había permanecido sin utilizar durante 50 años. «Hoy disponemos de las únicas canteras de esta roca empleada históricamente en Zamora y en Salamanca», explica Carlos Alonso.
Tres hitos en la historia empresarial familiar que tienen tras de sí un arduo trabajo hasta conseguir la máxima certificación que les permite contratar obra pública directamente. Añade que la diversificación en la empresa se inició en un momento «tan malo como el actual», lo que obligó a su padre a buscar nuevas vías de negocio e iniciarse en las obras de restauración.
El artesonado del Hospital de la Cruz en Toro, en el año 1978, o el de la Iglesia de San Juan de Zamora, dos años más tarde, fueron algunas de las primeras obras acometidas, «esas que no se olvidan», como reconoce José Alonso, padre de Carlos, tercera generación de la empresa, y jubilado desde hace seis años.
El taller de carpintería se fue quedando sin trabajo «porque lo hacían las industrias de forma más rápida y más barata» y la empresa se fue especializando en la construcción de cubiertas de madera y en artesonados.
Poco a poco, y contando con personal «cualificado y titulado», han llegado a abarcar todo el ámbito de la restauración en madera y piedra, la policromía, el tratamiento de xilófagos y la restauración de bienes muebles. Carlos Alonso pone énfasis en el hecho de que Rearasa cuenta con «personal propio para hacer cada uno de los trabajos. Eso implica que están especializados y que hacen directamente todas las labores que implica un proyecto, «sin tener que recurrir a subcontratas», algo que no ocurre en todas las empresas del sector.
La adaptación a las nuevas tecnologías en un sector como el de la restauración ha sido inevitable e imprescindible. Alonso reconoce que en 40 años se ha producido un cambio radical en la manera de manipular los materiales, «pasando de trabajar a mano a hacerlo por ordenador».
Eso ha supuesto «la pérdida de los oficios, porque no se conocen», lo que ha obligado a suplirlo con nuevos materiales, igual que ha ocurrido en el sector de la construcción. Es un firme defensor de los oficios, sobre todo «en un momento en el que hay una inflación de técnicos», añade. «Se sigue necesitando la mano de obra para acabar cualquier proyecto, más aún cuando hablamos de artesonados que se hicieron a mano y en los que hay que asumir unas diferencias que muchas veces no se notan».
Los artesonados son la pasión de José Alonso. Se aprecia en su manera de hablar, en el taller-escuela que mantiene en las instalaciones de la empresa, en la colección de herramientas que conserva, con más de 2.000 piezas, «algunas de la época tardorromana e incluso las que eran para zurdos, que estuvieron proscritas» y, sobre todo, a la hora de elegir las obras de las que tiene un recuerdo especial: los palacios de Altamira, Miguel de Mañara y San Isidoro de Sevilla donde en los años 90 se actuó en cerca de 20 artesonados.
Carlos, al frente de la empresa actualmente, tiene una larga lista de actuaciones que han supuesto algo especial: las llevadas a cabo en el Teatro Principal de Zamora, en el Monasterio de Las Claras de Salamanca, en las catedrales de Zamora y Orense, en la manzana cisneriana de la Universidad de Alcalá de Henares o en el Monasterio de Santa Clara de Tordesillas.
El presente, con una reducción del 75% en la inversión pública en restauración del patrimonio, es difícil y el futuro, señala Carlos Alonso, incierto. La empresa trata de abrir nuevas vías de negocio con proyectos colaborativos con otras empresas de Castilla y León a partir de un cluster de la construcción con el cual tratan de «diversificar y ver si se puede salir de la dependencia de la contratación pública».
La especialización de los sistemas de trabajo que Rearasa lleva aplicando desde hace años ha sido reconocida en diversas ocasiones con premios de gran prestigio.
Especialmente valorada es la Medalla Europa Nostra que la empresa consiguió en el año 2008 por la restauración de diversos bienes muebles de la iglesia de San Nicolás de Bari de Madrigal de las Altas Torres (Ávila). «Hicimos todo, desde la propuesta expositiva a la restauración y el montaje», explica Carlos Alonso, y el proceso no fue fácil porque el escenario que se encontraron fue descorazonador, con «un retablo gótico que había sido desmontado y cuyas tablas fueron usadas como suelo o barandillas hechas con piezas del coro».
Todo ello hubo que reintegrarlo a su lugar original, mejorando, además, el aspecto de la iglesia. Se consiguió. Y el jurado valoró el «rigor científico, el buen criterio y la metodología con que se procedió a la restauración e integración en un conjunto coherente de las piezas originales de madera policromada encontradas al desmontar el coro, durante el proceso de restauración».
Carlos Alonso apunta que se trata del premio «más importante que se ha dado en Castilla y León en bienes muebles». Ese mismo año, consiguió también una mención especial Europa Nostra en la categoría de conservación por la restauración de las aceñas de Olivares, en la capital zamorana; un trabajo que, según el jurado, «permitió recuperar uno de los conjuntos más antiguos y característicos de la arquitectura del agua en la ciudad de Zamora».
LA FICHA DE LA EMPRESA
Historia. Una carpinteria original, creada en 1900 por los bisabuelos, es el germen de esta empresa de restauración de edificios, artesonados y retablos.
Plantilla. 22 son los trabajadores que componen la plantilla de esta empresa que está ubicada sobre 18.000 metros cuadrados en el polígono Los Llanos.
Trabajos. Las primeras grandes obras fueron el artesonado del Hospital de la Cruz en Toro, en 1978, o la Iglesia de San Juan de Zamora en 1980.