Después de la muerte del Rey Fernando el Católico, el Palacio de Madrigal de las Altas Torres cae en el olvido, hasta que la Priora del convento agustino de la localidad, Doña María de Aragón, hija bastarda del difunto monarca, se dirige al Emperador Carlos V para solicitarle la donación
Después de la muerte del Rey Fernando el Católico, el Palacio de Madrigal de las Altas Torres cae en el olvido, hasta que la Priora del convento agustino de la localidad, Doña María de Aragón, hija bastarda del difunto monarca, se dirige al Emperador Carlos V para solicitarle la donación