Hace 550 años, Isabel La Católica se proclamó reina en Segovia

 

Hace 550 años, Isabel La Católica se proclamó reina en Segovia

Hace 550 años, Isabel la Católica fue proclamada reina de Castilla tras superar conflictos dinásticos. Su reinado transformó España, impulsó reformas y marcó el inicio de la Edad Moderna.

El 13 de diciembre de 1474, en la iglesia de San Miguel de Segovia, Isabel de Castilla fue proclamada reina, marcando el inicio de un reinado que transformó la historia de España y la situó como una de las figuras más relevantes de la historia europea. Este acto, celebrado hace 550 años, se conmemoró recientemente con un evento presidido por el Rey Felipe VI en el Alcázar de Segovia. Durante la ceremonia, el monarca destacó la relevancia de Isabel I, calificándola como “la primera gran reina de Europa” y subrayando su papel en el inicio de la Edad Moderna junto a su esposo, Fernando de Aragón.

Isabel de Castilla, nacida el 22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres, Ávila, fue hija de Juan II de Castilla y de Isabel de Avís, perteneciente a la Casa de Braganza. Su infancia estuvo marcada por la inestabilidad dinástica tras la muerte de su padre en 1453. En la sucesión al trono, Isabel ocupaba el tercer lugar tras sus hermanos Enrique y Alfonso, lo que la situó en el centro de intrigas políticas desde una edad temprana.

El reinado de Enrique IV, hermanastro de Isabel, estuvo caracterizado por tensiones internas. Tras el nacimiento de su hija Juana en 1462, el rey la declaró heredera al trono, pero parte de la nobleza castellana rechazó esta decisión, argumentando dudas sobre la legitimidad de la princesa, apodada despectivamente “Juana la Beltraneja” por su supuesta filiación con el valido Beltrán de la Cueva. La crisis escaló en 1464 cuando el título de Príncipe de Asturias fue otorgado a Alfonso, el hermano menor de Isabel.

El conflicto dinástico culminó en una guerra abierta entre los partidarios de Enrique y los de Alfonso. En 1465, las Cortes llegaron a destronar a Enrique y proclamar a Alfonso rey, aunque este solo tenía 11 años. La muerte de Alfonso en 1468 dejó a Isabel como única alternativa viable para liderar la oposición a Enrique. Este conflicto culminó en el Pacto de los Toros de Guisando, donde Enrique reconocía a Isabel como heredera, aunque sin deslegitimar completamente a su hija Juana.

Isabel consolidó su posición mediante una alianza estratégica con Fernando de Aragón, con quien contrajo matrimonio en 1469. A pesar de las objeciones de Enrique IV, quien la desheredó tras este enlace, el Papa Sixto IV intervino a través de Rodrigo Borgia para legitimar el matrimonio, asegurando así una poderosa unión dinástica. A la muerte de Enrique en 1474, Isabel fue proclamada reina en Segovia, aunque su sobrina Juana también fue reconocida como monarca por sus aliados, desatando una nueva guerra de sucesión.

El conflicto entre isabelinos y juanistas se extendió hasta 1479 y tuvo un alcance internacional debido al matrimonio de Isabel con Fernando y el de Juana con Alfonso V de Portugal. Aunque las fuerzas portuguesas obtuvieron algunas victorias iniciales, la balanza se inclinó a favor de Isabel, quien consolidó su reinado tras el Tratado de Alcáçovas. Este acuerdo no solo aseguró la posición de Isabel y Fernando como reyes de Castilla, sino que también definió las esferas de influencia entre Castilla y Portugal, otorgando a este último el control de los territorios africanos.

Durante su reinado, Isabel, junto a Fernando, impulsó importantes reformas políticas y administrativas. Centralizó el poder, reorganizó el sistema de seguridad y llevó a cabo una reforma económica para reducir la deuda heredada. También consolidó la unión dinástica con Aragón, creando una base para la futura conformación de un Estado moderno. En el ámbito internacional, su política expansionista culminó con la conquista de Granada en 1492 y la financiación del viaje de Cristóbal Colón, marcando el inicio de la colonización americana.

El legado de Isabel la Católica es objeto de debate, pero su impacto en la configuración política y social de la España moderna es indiscutible. El título de “Católica”, otorgado por el Papa Alejandro VI en 1496, reflejó la importancia de su piedad religiosa y su papel en la consolidación del cristianismo como eje central de su reinado. A pesar de las controversias que rodean algunas de sus decisiones, como la expulsión de los judíos, Isabel sigue siendo una figura clave en la historia de España y de Europa.

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