Vivir con el corazón de otro: “Me quitaron una pera pocha y me pusieron un Ferrari”
Teresa González lleva cinco años “de ilusión y valorando la vida” después de ser sometida a un trasplante en el Clínico de Valladolid: “Todos los días me imagino a la donante y hablo con ella”
J.I. Fernández
El destino tiene giros dramáticos. A Teresa González Vergara, en 2018 y con 57 años, le diagnosticaron un problema en el corazón “lo tenía demasiado grande” que hacía obligatorio un trasplante. Casi al mismo tiempo, su hermano con otra miocardiopatía dilatada estaba en la misma situación. Una enfermedad genética que, cruelmente, les afectó en el mismo tiempo. Teresa, natural de Madrigal de las Altas Torres (Ávila), pero residente en Mata de Cuéllar (Segovia) ingresó en el Hospital Clínico de Valladolid un 20 de marzo, su hermano falleció cuatro días después.
Fue un golpe duro pero que no pudo con su optimismo y sus ganas de vivir. Teresa es de vitalidad positiva de toda la vida y afrontó su problema con ilusión. “Si otra persona me iba a dar su corazón yo no podía bajar los brazos”, comenta. Así, cinco años después, luce mejor que nunca, con más vitalidad y con muchas ganas de vivir. “Valoro cada momento, cada comida, cada cosa que hago”, comenta a El Español Noticias de Castilla y León.
Teresa es el reflejo de la importancia que tiene la donación de órganos, que hoy celebra su día nacional, en concreto, el día nacional del donante de órganos y tejidos. Todo cambió para ella. “Piensas que vas a tener calidad de vida, pero lo ha superado”. La recuperación fue espectacular en 15 días ya estaba bien y ha sido un regalo de la vida que no puedo desaprovechar”, asegura. En su caso, el fallecimiento de una chica muy joven, casi de la edad de su hija, fue la que obró el “milagro” con su corazón. Algo que ella no olvida. “Todos los días hablo con ella y le doy las gracias”, comenta.
"Pensaba que iba a tener calidad de vida, pero la realidad lo ha superado con creces"
Teresa González, trasplantada de corazón
El reloj pasa muy lento cuando estás esperando un órgano para ser trasplantado. Un tren de vida que se intenta coger, pero que pasa y pasa por diferentes estaciones. Así fue esa tensa espera para Teresa González. Esperanzadora cada vez que sonaba el teléfono y angustiosa cada vez que comprobaba que no era del hospital. Incluso llegó a pensar en tirar la toalla cuando dos corazones pasaron por delante de sus ojos. El primero porque era incompatible, el segundo porque venía desde Oviedo y por la situación climatológica no pudo llegar. “Por suerte le sirvió a otra persona”, apunta. A la tercera fue la vencida. Como no, la llamada provocó un reguero de lágrimas. “No era consciente de la suerte que tenía”. Y es que en estos casos es más complicado encontrar a una persona que pueda realizar la donación que la persona lo asimile bien.
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