Con la muerte del rey Juan II en 1479, se iniciaba una nueva época con la unión de las dos coronas peninsulares en la persona de su hijo Fernando de Aragón, casado con Isabel de Castilla. Este hecho comportaría cambios en las estructuras de poder del nuevo estado y, en consecuencia, dentro de la iglesia.
En el monasterio de Pedralbes, como uno de los grandes centros de poder de la ciudad de Barcelona y del país, se inició un período convulso que coincidiría con el abadiato de sor Violant de Montcada iniciado en 1477 y que no se acabaría hasta mediados de siglo siguiente bajo el regimiento de sor Teresa de Cardona.
El rey Fernando de Aragón, como titular del reino, con el apoyo de la reina Isabel de Castilla y el confesor de ésta, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, promovió una reforma en todas las instituciones eclesiásticas, promocionando el relevo de los abades y abadesas que regían los centros para colocar a personas afines a la política de la nueva monarquía.
En el caso de Pedralbes, el monarca, para controlar la situación, nombró como abadesa a una hija ilegítima suya, sor María de Aragón, proveniente del convento de agustinas de Madrigal de las Altas Torres (Ávila).
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