ENTRE HOY Y MAÑANA
Juan Manuel Pérez
Periodista
Adopta una estatua
04/07/2020
Diario de Ávila
Creo que el titular se lo estoy plagiando a alguien más ingenioso, pero me viene pintiparado para aplaudir la iniciativa que ha surgido entre el vecindario de Madrigal de las Altas Torres, que se han ofrecido a acoger la estatua de su vecina más ilustre que se va a retirar de un museo de California. La reina Isabel la Católica sí tiene quien la quiera, y en su pueblo abulense están dispuestos a pagar lo que sea menester para evitar que la escultura sea vilipendiada por algún imbécil con ínfulas de Ghandi. Definitivamente, la covid-19 no va a terminar con la Humanidad; lo va a hacer la estupidez. Y, por desgracia, para esta pandemia no hay medidas de prevención que sirvan. Ni mascarillas, ni distanciamiento social, ni refriegas con gel hidroalcohólico. Olvídense. No tenemos remedio y vamos a ir a peor. Bien es cierto que todo esto ya se veía venir y en los 80 La Mode ya nos prevenía de los que se dedicaban a cambiar el final a los cuentos o de los que conjuraban a los necios.
Yo he perdido casi toda la esperanza. Estoy a un paso de militar en el nihilismo, porque solo veo ruina, y para evitar disgustos lo mejor es creer que nada tiene sentido, vamos que casi todo te importa un pimiento. Si no me dejo llevar por el desaliento es por vecinos como los de Madrigal, porque todavía queda un reducto de ciudadanos dispuestos a resistir, irreductibles ante lo políticamente correcto. Disidentes, a los que se señala desde numerosos púlpitos de las democracias occidentales, y que son perseguidos por hordas que se creen en posesión de la verdad.
No tengo ninguna peana sobre la que colocar alguna de esas estatuas derribadas, pero me comprometo con ellas, porque representan las contradicciones de nuestra sociedad, sobre las que debemos reflexionar, discutir incluso, pero nunca despreciar, porque con ello estaremos despreciando a la inteligencia. Y si no que se lo pregunten a la estatua de Fleming, a la que algún gañán confundió con un torero.
Yo he perdido casi toda la esperanza. Estoy a un paso de militar en el nihilismo, porque solo veo ruina, y para evitar disgustos lo mejor es creer que nada tiene sentido, vamos que casi todo te importa un pimiento. Si no me dejo llevar por el desaliento es por vecinos como los de Madrigal, porque todavía queda un reducto de ciudadanos dispuestos a resistir, irreductibles ante lo políticamente correcto. Disidentes, a los que se señala desde numerosos púlpitos de las democracias occidentales, y que son perseguidos por hordas que se creen en posesión de la verdad.
No tengo ninguna peana sobre la que colocar alguna de esas estatuas derribadas, pero me comprometo con ellas, porque representan las contradicciones de nuestra sociedad, sobre las que debemos reflexionar, discutir incluso, pero nunca despreciar, porque con ello estaremos despreciando a la inteligencia. Y si no que se lo pregunten a la estatua de Fleming, a la que algún gañán confundió con un torero.
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