La hija secreta de Carlos V
https://www.hoy.es/extremadura/hija-secreta-carlos-20200112003531-ntvo.htmlEl historiador extremeño Jesús Rubio detalla en un libro la vida de «la otra Juana de Austria» y de Catalina, su madre
Ese ensayo movió a Rubio, licenciado en Historia por la Universidad de Salamanca y profesor en el IES Parque de Monfragüe de Plasencia, a poner el foco sobre dos mujeres de la historia de España en las que casi nadie ha reparado: Catalina de Rebolledo (o Catalina de Xériga) y su hija Juana. Una y otra le han ocupado ocho años de estudios. El resultado es 'El pecado secreto de Carlos V: la otra Juana de Austria'.
«Es la historia de una niña cuya existencia, por algún motivo, debía ocultarse necesariamente», resume el autor. También es el relato de dos vidas «a la sombra del rey Carlos, esa sombra que él mismo proyectó para esconderlas del mundo». Así lo explica el historiador placentino al inicio de su obra (autoeditada, 191 páginas). Durante un tiempo la mantuvo a la venta en Amazon, pero la retiró por discrepancias con la compañía estadounidense, y ahora está en trámites con una editora para que salga de nuevo al mercado. Escrita en un lenguaje sencillo, permite conocer al detalle la historia de una madre cuya vida dio un giro desde el momento en el que se quedó embarazada del emperador.
«Es la historia de dos vidas a la sombra de Carlos V, que él mismo proyectó para esconderlas del mundo» Jesús Rubio, Historiador
Fue en el fin de semana del 2 al 4 de septiembre de 1522 en Tordesillas, durante una visita de Carlos V a su madre, Juana la Loca. Catalina trabajaba como mujer de cámara de la reina. Es conocida y ampliamente difundida la vitalidad amorosa del monarca, que no escatimó a la hora de dar rienda suelta a sus impulsos durante casi toda su vida adulta. En uno de ellos, mantiene Jesús Rubio, dejó embarazada a Catalina de Rebolledo, una mujer casada, madre de siete hijos.Nacida en el año 1523
De aquella relación de una noche -dos a lo sumo- nació Juana, entre finales de mayo y principios de junio de 1523, sostiene el investigador, que ha utilizado como fuentes el archivo del convento extramuros de Madrigal de las Altas Torres (Ávila), el Archivo General de Simancas, el Archivo Histórico Nacional, el Archivo de la Corona de Aragón, el de la Real Chancillería, el Histórico Provincial de Valladolid y el Diocesano de esta misma provincia. También casi un centenar de referencias bibliográficas, para abordar una cuestión que la historiografía ha tratado muy por encima y errando en algunos datos. Es, al menos, lo que concluye Rubio tras dedicarle a la historia de estas dos mujeres los últimos años de su vida.«Una labor interrumpida unas veces por cuestiones personales y otras porque la investigación deparaba descubrimientos que me obligaban a dar un giro», explica el experto. «Es un asunto complicado de abordar, porque hablamos de unos hechos que trataron de ocultarse», apunta Rubio, que define su obra como «una tesis histórica científica verdadera».
«Ha sido una búsqueda apasionante de la verdad», escribe en el capítulo de conclusiones, que remata una obra llena de datos y preguntas que el autor formula y acto seguido responde. Tirando del hilo de las distintas fuentes, va indagando a conciencia en los pormenores de las vidas de la otra Juana de Austria y de su madre, que es Catalina de Rebolledo pero también Catalina de Xériga. Esta asociación de nombres, inédita hasta ahora, es una de las claves que sostienen la tesis, si no la principal. El primer nombre, el de la mujer de cámara de la reina, desapareció, en una maniobra para intentar que no quedara huella de su presencia en Tordesillas. Comprensible dado que se trataba de un adulterio con el rey como protagonista, y dada también la sociedad de la época, con la religión influyendo sobre el día a día de cualquiera.
«Aunque Catalina estaba casada, es una certeza, contrastada por al menos una decena de referencias históricas, que esa niña era hija del emperador», sostiene el investigador, que en su relato menciona una batería de argumentos que refrendan su posición. Uno de ellos es el hecho de que Carlos V le dejó a Catalina una pensión vitalicia de 15.000 maravedíes, una decisión que el monarca tomó justo después de visitar Valencia, la ciudad a la que la mujer y su hija fueron enviadas desde Valladolid, donde Juana nació. A los cuatro meses de abrir los ojos la llevaron junto a su madre al convento Extramuros de Madrigal de las Altas Torres, y después a Valencia, donde pasaría el resto de su vida. En esta última ciudad, las dos vivieron bajo la protección del conde de Nassau, Mencía de Mendoza y Germana de Foix (viuda de Fernando El Católico con la que Carlos V mantuvo relaciones).
La hija secreta del emperador murió en 1530, con solo siete años, probablemente por la peste que asoló Valencia. O por difteria, enfermedad de la que también hubo un brote y que atacaba especialmente a los menores, explica Jesús Rubio en su libro. Ese mismo año falleció también la otra protagonista de su libro, la Catalina con dos apellidos, también quizás por culpa de la peste.
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