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1 ago 2019

Hoy se cumplen 424 años de la muerte de Espinosa

Sentencia de Gabriel de Espinosa 
Acusados de crimen de lesa majestad, ambos procesados fueron reiteradamente interrogados, algunas veces bajo tormento. Las preguntas, se centraban sobre todo en la identidad del suplantador. Pero poco dijo Gabriel de su vida y andanzas, sosteniendo que su verdadero nombre no era por el que se le conocía sino que lo usaba por ser el que aparecía en su título de pastelero. Su comportamiento es ambiguo, y va desde una pronta confesión de suplantación hasta la negación de la misma. El proceso era tutelado personalmente por Felipe II desde la corte, conservándose una cantidad ingente de correspondencia entre los comisionados y el propio rey.
Convento de las Huelgas Reales de Burgos.
Finalmente se sentencia a Gabriel Espinosa a morir en la horca el 1 de agosto de 1595. Su comportamiento durante la ejecución estimula aún más la leyenda: el orgullo de su mirada, la tranquilidad ajustándose la soga al cuello, la cólera con la que citó a D. Rodrigo, el hombre que lo detuvo, ante el Tribunal de Dios. Tras el ahorcamiento, Gabriel fue decapitado y descuartizado, exponiéndose sus despojos al pueblo en cada una de las cuatro puertas de la muralla, y la cabeza en la fachada del Ayuntamiento de la villa.
No corrió mejor suerte el fraile. Fray Miguel de los Santos también fue ahorcado en la Plaza Mayor de Madrid, una vez reducida su condición a la de laico. Tampoco el agustino dejó de contribuir al misterio, afirmado al pie de la horca que había creído firmemente que el pastelero era el rey (recordemos que él había conocido personalmente a Don Sebastián). Fue decapitado y su cabeza enviada a Madrigal.
Tampoco tuvo excesiva piedad Felipe II con su sobrina. Fue encerrada en estricta clausura en el convento de Nuestra Señora de Gracia, en Ávila. Su suerte cambió con la muerte del rey en 1598, cuando su sucesor y primo de la monja, Felipe III, la perdonó, retornando al convento de Madrigal del que con el tiempo acabaría siendo priora. Finalmente, en 1611sería nombrada Abadesa Perpetua de las Huelgas Reales de Burgos, la mayor dignidad eclesiástica que podía concederse a una mujer de la época.

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