ENTREVISTA
Albert Boadella: "Los más
burros de mi familia son nacionalistas"
27/11/2018
13:27 - Actualizado: 28/11/2018 13:20
Dice
que en lugar de llamarse Albert Boadella y
nacer en Barcelona en 1943, tal vez hubiera preferido llamarse Pablo Hermoso de
Mendoza y venir al mundo en Madrigal de las Altas Torres. A fin de cuentas, la
patria para este comediante no es más que un accidente geográfico sexual. Sólo que, en ocasiones, algunas patrias resultan
bastantes más molestas que otras. El fundador de El Joglars dijo 'Adiós a
Cataluña' hace ya más de una década y lo contó en un libro que ahora reedita
Espasa con una nueva coda que actualiza las crónicas de amor y guerra que han
servido los caminos paralelos y cruzados de su vida. Amor por su mujer
Dolors, guerra
contra el nacionalismo.
Abre el libro una larga y
gloriosa serie de insultos que le han proferido a
Boadella durante todos estos años: autoodio, energúmeno, pájaro pinto,
falangista, hijo de puta, boa, blasfemo, miserable, puerco, babuino y
estreñido. Cuando nos encontramos con el dramaturgo, director, escritor y
orgulloso bufón en Madrid le preguntamos si acaso los pone ahí como medallas.
"Son la demostración palpable de que había una guerra
entre el nacionalismo y yo. Y lo primero que llega en
toda guerra son los agravios respecto a los cuales hay que defenderse, los que
inician las hostilidades. El lenguaje que utilizo en el libro es lenguaje
bélico. Y eso que estos insultos datan de la primera edición, no he añadido los
de los últimos once años. Aunque en el momento en que dejé de tener cualquier
relación de tipo profesional y personal con Cataluña, la verdad es que he
salido un poco del punto de mira. Los medios catalanes ya me consideran
irremediable, no hay nada que
hacer conmigo".
PREGUNTA. En 2007, hace ya más de
una década, presentaba la primera edición de 'Adiós, Cataluña' en un barco en
alta mar como una especie de boicot inverso en el que se negaba a intervenir en
ningún acto público ni tratar con los medios de comunicación del enemigo. Era
aquella, dice, su “respuesta militar a la muerte civil decretada por el
régimen”: su adiós a Cataluña. ¿Por qué entonces?
RESPUESTA. Yo me marcho en el momento en el que desaparece en
Cataluña la relación política, la comunidad, y entra la secta. Es decir, en el
momento en que aquello se convierte directamente en régimen.
P. ¿Cuándo ocurre eso?
R. Eso sucede cuando el PSC deja de ser la oposición al
nacionalismo y, con su postura ambigua -y a veces no tan ambigua-, se pasa a
sus filas. De una forma supuestamente más moderada y equidistante, pero a sus
filas. A partir de entonces todo es régimen en Cataluña, no hay ya oposición.
Es entonces cuando Ciudadanos inicia su andadura aunque entonces solo con tres
diputados... La guerra está ya perdida y yo no tengo nada que hacer allí.
Incluso llego a pensar que igual debí marcharme diez años antes. En realidad se
trató de una muerte anunciada. Cuando en los ochenta vi los primeros pasos de
Pujol me imaginé cómo acabaríamos. Fíjese que mi 'Ubú' se estrena en 1981, a
los seis meses de la llegada de Pujol. La historia empezaba, una vez más, a
repetirse.
P. Relatando sus inicios en El
Joglars escribe: “me ha considerado traidor a todas las esencias un buen número
de adeptos de los que vitoreaban entonces nuestras hazañas”. ¿Quiénes se
equivocaban entonces, ellos o usted?
R. En aquel momento, la única posición posible era contra la
dictadura. Y la dictadura tenía una postura algo desconfiada respecto a la
cultura catalana. Por cierto, que aquella fue una de las pocas cosas en que la
dictadura no se equivocó, ja, ja, ja.
Albert Boadella durante la entrevista.
(Desirée Rubio de Marzo)
P. Recuerda que la lengua
catalana tampoco era especialmente atacada por la dictadura.
R. No, pero sí que había una especie de
imposición oficial en relación al castellano. Aunque es verdad que el catalán
ni fue atacado ni fue jamás prohibido. En fin, aquella reivindicación nuestra
de la cultura catalana pudo ser excusable en aquel momento. Pero no olvide que
en 1974, un año antes de la muerte de Franco, yo acabé mi espectáculo sobre el
bandido Serrallonga con la imagen final de las cuatro balas en el culo de
Serrallonga. Quiero decir, que ya tomaba distancia humorística del catalanismo.
Quienes dicen que me situé alguna vez en el catalanismo se equivocan, siempre
estuve en contra de la utilización política del folklore catalán.
P. Asegura, de hecho, que nunca ha
sido de izquierdas, que, en realidad, de joven era tan conservador como ahora
sólo que algo más tímido...
R. Muy conservador, siempre lo he sido, y muy desconfiado ante
cualquier invento. Pero eso no significa que sea de derechas que es una cosa
muy distinta. Mi conservadurismo lo he aplicado sobre todo a mi vida personal.
Fíjese que he conservado una mujer durante 45 años. Vivo en una casa del siglo
XVII. He plantado muchos árboles. Tengo hijos educados en cierto
conservadurismo... Y practico un oficio que tiene una tradición de 2.400 años
conocidos, desde Aristófanes, Esquilo y Sófocles. Para mí la tradición es
esencial, es mi actitud vital. Luego yo he hecho cosas que no quedaban dentro
del convencionalismo existente en ese momento, aunque sí en la tradición. Me he
dedicado a lo que tradicionalmente ha hecho mi oficio: desmontar constantemente
los tabúes que la sociedad va colocando en nuestro camino. Pero un arte sólo
puede hacerse bien desde la consideración de que nunca creamos nada. El artista
que se llama a sí mismo creador es un impostor y un frívolo.
Soy muy conservador, siempre lo he
sido, y muy desconfiado ante cualquier invento. Pero eso no significa que sea
de derechas
P. Por cierto que una de las sentencias frívolas que
más le molestan es ese graffiti sesentayochista que llama a hacer el amor y no
la guerra. Se niega a elegir entre el amor y la guerra -al nacionalismo- y
asegura que son perfectamente compatibles a la vez.Pero hasta la guerra más
dilatada vive su armisticio… ¿Cuándo acabará esto?
R.
Ya no depende de los catalanes sino del conjunto de los españoles. Si Pedro Sánchez
se mantiene diez años en el Gobierno, Cataluña será independiente. Ahora, si
hay otra dinámica, no sólo de Gobierno sino también de Estado, y de la propia
conciencia de los españoles, la independencia no llegará nunca. Pero con la
secta no puede haber diálogo político, hay que desprogramarla.
P. Esa desprogramación no tiene
pinta de ser fácil.
R. No tiene pinta. Pero lo que no podemos hacer es seguir
alimentado el caldo de cultivo presente en la escuela o en los medios de
comunicación abrumadoramente nacionalistas.
P.
El 155 no tocó TV3.
R. Es que aquello fue el 155 de "la puntita nada más".
Un error inmenso sin ningún sentido que sólo sirvió para excitarlos. El 155
debió haber estado como mínimo dos años en funcionamiento. Dos años bien
aplicado y el ciudadano catalán se habría dado cuenta de que los comercios
seguían abriendo, de que los trenes seguían saliendo a su hora, de que el
catalán seguía impartiéndose en las escuelas y hubieran visto que la
intervención del maligno estado facha no era tan terrible.
Artur Mas es un gran mediocre que tenía necesidad de ganar
relieve a la sombra de Pujol. Y él desencadenó el 'procés'
P. ¿Por qué se desbocó el 'procés'
en octubre del año pasado? ¿Fue una huida hacia adelante o la conclusión lógica
de un proyecto político premeditado?
R. El desencadenante esencial fue un hombre con mucha prisa que
se llamaba Artur Mas y buscaba significarse. Mas es un gran mediocre que tenía
necesidad de ganar relieve a la sombra de Pujol. Es verdad que en los planes de
Pujol sí que estaba lo que acabó pasando, pero no en octubre de 2017 sino más a
largo plazo, no tan pronto. Mas, un hombre de pocas luces políticas, rompió la
baraja. Y, cuando fue desplazado, el siguiente ya no podía hacer menos.
P.
De Pujol a Torra, pasando por Junqueras, Puigdemont y Rufian, ¿qué ha pasado
con la clase política nacionalista catalana?
R. Es que una idea como el nacionalismo no puede producir
grandes mentes. Es decir, la precariedad ideológica y de contenido del
nacionalismo es tan enormemente simplista que no permite unos políticos de
cierta sustancia. Sólo auténticos arribistas.
P.
¿Y qué papel ha jugado la alcaldía de Barcelona en todo esto?
R. Es el resultado una vez más del nacionalismo.
P.
¿Colau volverá a ser alcaldesa?
R. Es posible. Barcelona es una ciudad en decadencia galopante.
P.
Pero se vota más constitucionalista.
R. Sí, es cierto que el independentismo es un movimiento
mayoritariamente rural. Pero, digamos, el estatus político de Barcelona también
es nacionalista y Colau es el resultado a fin de cuentas de la degradación
moral de la propia ciudadanía activa.
P.
Uno de los dramas más citados de lo ocurrido en Cataluña en los últimos años ha
sido la quiebra de amistades y relaciones. ¿Usted tenía, o tiene, algún cuñado
'indepe' con quién discutir en los almuerzos dominicales?
R. Mire, a mí la única cosa que me da hoy cierta esperanza es
que los más burros de mi familia son nacionalistas. Si fueran los más
inteligentes andaría muy procupado.
En
Tabarnia late una idea interesante. Si vosotros tenéis el derecho a decidir,
nosotros también. Y al final podría ser incluso una realidad
P.
¿Tabarnia fue una broma necesaria ante una farsa muy seria?
R. Tabarnia lo que hace es darle expresión a muchas de las
sátiras que yo realicé en años anteriores. Un espejo satírico del ridículo
nacionalista. Y en el fondo late una idea interesante. Si vosotros tenéis el
derecho a decidir, nosotros también. En última instancia podría ser incluso una
realidad.
P.
¿Y qué músico catalán le ha decepcionado más? ¿Luis Llach o Joan Manuel Serrat?
R. Yo ya escapaba de los bares hace cuarenta años cuando sonaba
Lluis Llach. Lo de Serrat... pues es la encarnación del PSC. Y el PSC tiene una
enorme responsabilidad como partido de izquierdas en lo que ha sucedido. Pero
es que no es de izquierdas, sino más bien la ultraderecha, la insolidaridad.
P.
Eso llevó a mucha gente del PSC a mudarse a Ciudadanos, partido del que usted
fue uno de los fundadores.
R. Es que Ciudadanos no hubiera surgido sin la traición del PSC.
P.
¿Y no cree, como dicen otros fundadores de Ciudadanos como Félix
Ovejero, que el giro del partido desde su origen socialdemócrata al
reciente liberalismo que busca pescar en los caladeros del PP, fue un error?
R. Ummm, yo creo que Rivera es sincero. Cuando le conocí de
jovencito ya era un liberal. Más que socialdemócrata. Para nada es un hombre de
derechas. Y Ciudadanos tampoco es de derechas. Porque en España no existía la
derecha... hasta hoy, hasta VOX. ¡Rajoy tampoco era de derechas! No tocó el
aborto, subió los impuestos... Ahora bien, a Ciudadanos le falta una cosa que
es la reivindicación de las estructuras culturales del país. Francia tiene una
estructuración cultural de Estado muy poderosa. España es un desastre.
Ciudadanos
no hubiera surgido sin la traición del PSC. Y no es de derechas. En España no
existía la derecha... hasta hoy
P.
Históricamente el constitucionalismo se ha enfrentado al nacionalismo catalán o
vasco desde una postura cosmopolita que defendía al ciudadano y no a la región
como sujeto de derechos y deberes. Pero en los últimos tiempos, y al calor del
populismo global, está surgiendo un, digamos, discurso españolista más cerrado
y xenófobo que bien podría encarnar ese VOX que usted cita.
R. Se trata del impulso reaccionario del individuo, la nostalgia
de la tribu. Ese infantilismo forma parte de la naturaleza humana. Y siempre
pasará. De hecho ya pasó, y derramó mucha sangre en el siglo pasado.
P.
El humorista Dani Mateo tuvo que comparecer ayer ante un juez por sonarse los
mocos con la bandera de España. Usted a su vez enseñó el culo a través de una
senyera… Lo de la libertad de expresión tiene cada vez menos gracia.
R. La libertad de expresión está precisamente para defender lo
que no nos gusta. Y a mí no me gusta que se suenen los mocos con la bandera
española en este momento preciso porque da la razón a los nacionalistas que
quieren destruir España. Pero tengo que aceptarlo. Lo que sucede es que la
libertad de expresión siempre ha sido el juego del ratón y el gato. A mí una
vez el gato me cazó y me metió en la cárcel. Esa es la gracia, la inteligencia
y el ingenio del que transgrede. Hay trangresiones que un juez, por su gracia,
nunca podrá poner en tela de juicio. Para eso el objetivo artístico debe ser
más importante que el de insultar.
Esperanza
Aguirre confiaba demasiado en la gente. Si en lugar de darme los Teatros del
Canal me da Urbanismo podría haberme forrado
P.
Usted conoció bien a Esperanza Aguirre cuando le encomendó en Madrid la
dirección de los Teatros del Canal. Posteriormente sus dos vicepresidentes acabaron
entre rejas acusados de graves delitos de corrupción que afectaron a una gran
parte de miembros del PP madrileño. ¿Es posible tener tan mal ojo clínico o hay
algo más que se nos escapa?
R. Esperanza es una mujer muy emocional. Cuando le tiene
simpatía a una persona, le tiene simpatía hasta el final. Si yo hubiera querido
estafarla lo habría hecho con toda tranquilidad. Porque ella confiaba mucho en
las personas y eso es terrible para un político. Si en lugar de darme los
Teatros del Canal me da una secretaría urbanística podría haberme forrado.
P.
En las nuevas páginas que añade al final de esta nueva edición de 'Adiós
Cataluña', cuenta el caso de esos vecinos suyos que han puesto una 'senyera'
enfrente de su casa y que le saludan a regañadientes pero que también tienen un
hijo al que usted cree caer simpático. Y a partir de ahí fantasea con una nueva
generación de catalanes que se rebelen contra sus padres nacionalistas como
hicieron a su vez los hijos del Franquismo.
R. Esa es mi esperanza, que ese chaval de ocho años educado,
como lo estuve yo, en la Formación del Espíritu Nacional, se subleve
naturalmente contra el poder. Que es el nacionalismo.
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