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17 nov 2017

El historiador Juan de Mariana (1536-1624) y las andanzas de sus restos en Toledo

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El historiador Juan de Mariana (1536-1624) y las andanzas de sus restos en Toledo

La aventura que corrieron tras ser sepultado en Toledo y su «detectivesco» rescate

Rafael del Cerro Malagón


TOLEDOActualizado:
Su biografía indica que nació en Talavera, hacia 1536, hijo ilegítimo de deán de la Colegial, Juan Martinez de Mariana, y de Bernardina Rodriguez. Fue llevado por un tal Juan Salguero a la cercana localidad de La Pueblanueva donde fue bautizado, permaneciendo allí los años de su primera infancia. Se formó intelectualmente en Alcalá de Henares y, en 1554, profesaba en la Compañía de Jesús. En 1561 pasó a Roma, ejerciendo como profesor y reputado humanista en Palermo, París y Flandes. Tras trece años de periplo, en 1574, regresó a la Casa Profesa de los jesuitas de Toledo, donde permanecería hasta su muerte, el 16 de febrero de 1624. Aquí redactó varias obras, como la Historia general de España, cuya primera edición, en latín, apareció en 1592. Fue enterrado en la capilla del Colegio de San Eugenio, próximo a la actual plaza del Juego de Pelota, en el lugar que hoy ocupa el colegio Divina Pastora. Junto a sus restos reposaron los de otro renombrado jesuita, el padre Jerónimo Martínez de Ripalda (1536-1618), teólogo y autor del célebre Catecismo de la doctrina cristiana.
En 1846 la Comisión de Monumentos de Toledo ideaba crear un Panteón de hombres ilustres, asunto que no llegaría a término. En 1866, la Diputación reiteraba erigir homenajes a cuatro “hijos de la provincia”: Alfonso X, Garcilaso, Juan de Padilla y Juan de Mariana. Tal sólo el último vería la luz, el 20 de mayo de 1888, con los apoyos de varias instituciones y de toda Talavera, descubriéndose una escultura realizada por Eugenio Duque Duque (Almonacid, 1837-La Coruña, 1910). En 1924, la misma ciudad rememoró el tercer centenario de Mariana que culminó, el 6 de mayo, con un acto literario presidido por el cardenal Reig Casanova en el Teatro Victoria. Por otro lado, en 1916, Toledo ya había dado el nombre del ilustre talaverano a la plaza situada ante el templo ignaciano de San Ildefonso, sumando nuevos actos, en julio de 1925, con la colocación de una lápida (hoy perdida) en la calle San Miguel de los Ángeles y “la exposición del cráneo del glorioso polígrafo”, en el citado templo de San Ildefonso.
Regresando al lugar donde Juan de Mariana fue inhumado, el Colegio de San Eugenio -o Colegio Viejo como también se le conoció-, digamos que funcionó hasta el decreto de expulsión de los jesuitas de 1767. En 1835, el inmueble fue subastado y vendido a un particular que transformó la capilla en cuadra. Sixto Ramón Parro, en su Toledo en la Mano (1857), apuntaba que en el solar debían permanecer aún los restos de Mariana y Ripalda. El 10 de diciembre de 1902, el militar, arqueólogo y académico correspondiente, Manuel González Simancas (1885-1942), remitía un informe a la Real Academia de la Historia en el que revelaba que, gracias a una investigación iniciada por él mismo, en 1900, podía complementar las tristes noticias referidas por Parro.
Informaba que revisó el solar del Colegio Viejo y la iglesia de San Ildefonso que, en ese momento, aún no había sido devuelta a la Compañía de Jesús, ahora era la sede parroquial de la perdida iglesia de San Juan que hubo en la plaza de los Postes. Con el auxilio del párroco Manuel Muñoz de Morales examinó las bóvedas subterráneas y las cajas mortuorias de las hornacinas del presbiterio. Las pesquisas prosiguieron -sin éxito- por la inmediata y antigua Casa Profesa Jesuita (actual Delegación de Hacienda) y por los solares cercanos al citado Colegio Viejo. En otro momento, acompañado por el canónigo Jose Aceves y Acevedo, el académico regresó al panteón de San Ildefonso. Allí, «entre la bóveda del osario y las sepulturas murales», abrieron una «modestísima caja de madera de pino» con varios huesos y ocho cráneos. En el interior del más completo había un sobre lacrado que el propio Aceves había dejado allí, el 1 de julio de 1877, explicándose que eran los restos de Mariana, Ripalda y «otros P. P. de la Compañía». Que se dejaron aquí por orden del cardenal Juan Ignacio Moreno (1875-1884) una vez recogidos en las excavaciones practicadas en el arrasado Colegio Viejo. El canónigo Aceves informó que, en 1877, un particular llamado Diego Nicolás Fanjul, antes de tirarse los últimos vestigios del colegio, y sabedor de lo escrito por Parro, se preocupó de excavar el subsuelo de la antigua capilla. Se hallaron dos sepulturas completas, procediéndose a anotar la posible identificación de Mariana y Ripalda –ambos con trozos de vestiduras- además de recuperar otros cráneos y osamentas.
González Simancas acudió luego al catedrático del Instituto de Toledo, Luis de Hoyos Sáinz (1868-1951), titular de Agricultura, entre 1896 y 1909, y concejal de Unión Republicana en el Ayuntamiento (1904-1909) que alentaría, en 1906, el Parque Escolar. Entre su amplia formación científica sobre antropología, etnología o folclore, estaban los estudios de craneología ligados a la arqueología, razas y pueblos americanos o peninsulares. En el caso de los jesuitas de Toledo señaló que las dos calaveras revisadas de la cripta de San Ildefonso correspondían a personas con una edad superior a los setenta años. Simancas quedó a la espera de la última palabra de Hoyos para ratificar la diferencia entre Juan de Mariana (fallecido con 88 años) y de Ripalda que murió a los 82 años. Además consideró un retrato de Mariana existente en la Biblioteca Provincial. En el reverso del lienzo existía una anotación que aseguraba el parecido con el personaje, notándose una deformación en el ojo derecho del personaje, algo que también se apreciaba en uno de los cráneos analizados. Al detenerse en los restos de las vestiduras de ambos jesuitas, comprobó que uno mostraba sencillas ropas, mientras que el otro mantenía vestigios de una casulla con bordados del XVII. Esta diferencia le hizo inclinarse por ratificar que éste sería el cuerpo del ilustre historiador talaverano al que tanto distinguió Gaspar de Quiroga, primado de Toledo entre 1577 y 1594.
En julio de 1924, al celebrarse el III Centenario en Talavera, Martinez Simancas reprodujo su informe en la revista Toledo, lamentando que quedase inédito entre sus papales, así como el no haber recibido el último estudio forense de Luis de Hoyos que ratificase su hipótesis. Sin embargo, venía a conformarse con que el recuerdo de ambos jesuitas -aunque sin llegar a distinguirse uno del otro-, permaneciese visible en el templo ignaciano. Hoy los nombres de Mariana y Ripalda pueden leerse en el Ochavo del templo de San Ildefonso bajo un osario repartido en un barroco relicario
Rafael del Cerro Malagón

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