POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
-Vasco_de_Quiroga[1]
 
Hace unos meses pude leer con mucho interés y deleite un artículo de nuestro amigo del Diario, David Casillas, una crónica que referenciaba una conferencia del prestigioso antropólogo abulense Pedro Tomé.
Cuánto me hubiera gustado estar en esa conferencia, quizás pueda ser en otra ocasión. Hoy quiero recordar el interés que me despertó su contenido.

donvasco2[1]
 
Tiene razón nuestro periodista al decir que el desconocimiento general de esta tierra por este personaje es excesivamente acusado. Porque estas personas que son referentes y valiosos testimonios de un humanismo cristiano que moldeó y enriqueció nuestra cultura, tenían que estar mucho más presentes entre nosotros y tenían que ser un modelo donde mirarse para impregnaros de esos valores humanistas y cristianos, los que le granjearon un gran reconocimiento allá, en Méjico, su nueva tierra de adopción a la que tanto amó, y en la que sembró tan buena semilla, que dio tan abundante mies y fruto que hoy, siglos después, sigue estando presente entre las gentes de Michoacán, como podremos comprobar en varias circunstancias que narraré.
Está muy presente en Madrigal de las Altas Torres, que no olvida a su hijo preclaro, uno entre otros muchos hijos que a lo largo de su historia adornaron la Villa de Isabel y a toda nuestra tierra. Precisamente fue en Madrigal, en mis años mozos, donde comencé a conocer algo de este tan alto personaje histórico, que hoy quiero retomar y redescubrir.
En ese artículo me gustó el paralelismo y al mismo tiempo las diferencias de nuestro protagonista “Tata Vasco” con Bartolomé de las Casas: Este denuncia los abusos aquí y nuestro madrigaleño se queda allá para poner en práctica el remedio, todo lo que había decidido que era necesario, poniendo en práctica lo que nos mandan los evangelios. “Me encontré aquí con unas personas naturalmente mansas… el mejor material para hacer una sociedad nueva acorde con los principios del Evangelio…”. Una utopía renacentista que cuajó en una colosal obra cristiana.
Tengamos en cuenta que este personaje, de formación jurista, es nombrado primer obispo de Michoacán, y redacta unas normas de convivencia que sirven para sus ciudades-hospital de tal forma que han funcionado hasta hoy en día. Todo un modelo humanístico de convivencia que pasó de la teoría pura a la más efectiva práctica, unos hechos totalmente coherentes con el discurso. Por eso fue tan querido, y lo es, por aquel pueblo mejicano del estado de Michoacán.
Qué actualidad tienen aquellos principios jurídicos, aquella aplicación y el mantenimiento de la ley como norma y motor que dirigió toda aquella empresa. Muy interesantes las anotaciones de Tomé sobre estos temas, e intuye su santidad, una sospecha intuitiva, por el modelo extraordinario a seguir en esta indecisa sociedad actual.
Porque dice “cuando el Papa Francisco fue el año pasado a México, al llegar a Morelia lo primero que pidió, es que le sacasen el báculo de Vasco de Quiroga, y durante todo su ejercicio misional allí lo tuvo en su mano, como intentando establecer una cierta continuidad entre lo que hizo el abulense y lo que él se supone que quiere hacer”. Los papeles para la canonización de Tata Vasco están mandados y el proceso iniciado…
Casualmente y coincidiendo con ese artículo fue cuando los Cronistas de España nos reunimos en congreso hace unos meses en Burgos, también asistía una delegación de Cronistas Mejicanos, compartimos experiencias haciendo amistad, y yo, especialmente con el Cronista de Michoacán, Ignacio Moreno Nava…
Un tema de conversación y una forma de estrechar lazos. Desde ese momento estoy profundizando sobre este personaje que por ser de Madrigal es también nuestro, y sobre todo porque representa un modelo de vida y un camino a seguir. Ignacio, el Cronista mejicano de Michoacán, con el que mantengo contacto epistolar, también está en ello… Seguiremos con este apasionante tema.

Don Vasco3