Un cardenal para don Vasco de Quiroga
Horacio Perea
Horacio Perea
“Mantenerse con humildad en el servicio no es fácil cuando se considera el cardenalato como un premio, como cumbre de una carrera, una dignidad de poder o de mayor distinción. De aquí tu compromiso cotidiano para mantener alejadas estas consideraciones y, sobre todo, para recordar que ser cardenal significa incardinarse en la diócesis de Roma para dar allí testimonio de la resurrección del Señor y darlo totalmente, hasta la sangre si es necesario”. (Carta del Papa Francisco a quienes fueron designados cardenales en el Consistorio del 14 de febrero de 2015).
El sábado 14 de febrero de 2015 es un día para recordar en la ya añeja historia de la tierra evangelizada por don Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, allá por 1536. En la ceremonia del Consistorio se formalizó el nombramiento hecho por el Papa Francisco el 4 de enero pasado de monseñor Alberto Suárez Inda, octavo arzobispo de Michoacán, como cardenal de la Iglesia católica, es decir, una de las más altas dignidades eclesiásticas, reconocible por el color rojo púrpura de su birreta (gorro cuadrangular) y sus ropajes.
Este acto tiene un gran significado: el cardenal y arzobispo de Morelia formaría parte de un hipotético Colegio Cardenalicio encerrado en cónclave para elegir a un nuevo Papa (en caso de ausencia temporal o definitiva del actual). Es decir, Suárez Inda asistiría en calidad de elector o elegible porque actualmente tiene 76 años y el límite de edad para participar en el cónclave son los 80 años. Suárez Inda se une al selecto grupo de cardenales que representan a los católicos mexicanos ante Roma: José Francisco Robles Ortega (cardenal y arzobispo de Guadalajara) y Norberto Rivera Carrera (cardenal y arzobispo primado de México), en tanto que los cardenales Juan Sandoval Íñiguez y Javier Lozano Barragán son ya eméritos y no participarían en un cónclave.
Cabe destacar que tradicionalmente el Papa en turno elige a los cardenales siguiendo su propio criterio, según las necesidades, perspectivas y proyecto que tiene sobre la Iglesia y hasta de su sucesión. En el caso mexicano, el papado había elegido cardenales entre los arzobispos de Guadalajara, México y Monterrey, pero en esta ocasión escogió al arzobispo de Morelia porque “es una región golpeada por la violencia”, según palabras del vocero papal, Federico Lombardi.
Este hecho resalta notablemente en el nombramiento de Suárez Inda, es indicativo de que la situación que vive Michoacán forma parte de los análisis sociales y políticos que se efectúan en el entorno del Papa Francisco. Es probable que se haya llegado a la conclusión de que es necesario reforzar la presencia de la Iglesia en esta región mexicana acicateada por la violencia, la ruptura del orden legal, la desarticulación del mercado interno y la expropiación de la propiedad por parte de grupos delincuenciales.
En Roma tampoco se debe haber pasado por alto la penetración de las iglesias protestantes o los cultos exóticos como la Nueva Jerusalén, o todavía más, el discurso seudorreligioso de organizaciones criminales como los mal llamados Caballeros Templarios.
Si asumimos que la función de los cardenales, más allá de ejercer como electores de un nuevo Papa, consiste en ser consejeros y administradores-ayudantes del papado, colaboradores del Sumo Pontífice en el gobierno de la Iglesia, destaca entonces el interés del Papa Francisco de hacerse aconsejar sobre la situación de violencia y desarticulación del tejido social que se vive en muchos lugares de nuestro país, como Guerrero y Michoacán. Probablemente se han valorado las capacidades de mediación de Suárez Inda para escuchar a las partes inmersas en el conflicto. Para el Papa seguramente ésta es una cualidad, sobre todo si se considera impostergable para la Iglesia ser coadyuvante en la pacificación y normalización de la vida en la región. Pero también está por delante la reforma de la propia Iglesia.
Un Consistorio es una reunión de cardenales y otros dignatarios eclesiásticos donde se discuten temas centrales para el presente y futuro del catolicismo, como el diálogo interreligioso para avanzar en la construcción de la paz, las nuevas definiciones sobre la familia, el aborto, la eutanasia, la procreación artificial, la participación de las mujeres, la lucha contra la pedofilia y la infiltración de intereses criminales en las finanzas de la Iglesia.
En este proceso de reforma de la estructura eclesiástica tampoco son ajenas las medidas a desarrollar para hacer frente a las amenazas del terrorismo o la vulneración de las sociedades subdesarrolladas por parte de los grupos criminales, quienes aprovechan la debilidad del Estado para apropiarse de la vida de las comunidades.
En ese contexto, el nombramiento del cardenal Suárez Inda abarca una dimensión mayor. La experiencia en el ámbito michoacano puede servir para comprender las difíciles situaciones que viven otras regiones de Latinoamérica. Don Vasco de Quiroga estaría orgulloso del reto que debe enfrentar uno de sus sucesores y se arremangaría el hábito para hacer su parte y trabajar, tan incansablemente como hace 479 años.
La presencia del gobernador Salvador Jara en Roma, acompañando a Suárez Inda, es muestra de la enorme importancia de este acontecimiento, que va más allá de cualquier golpeteo político local so pretexto de la ausencia del gobernador en la entidad por un fin de semana.
Fuente la Jornada Michoacán
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