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14 ene 2015

Vasco de Quiroga en la historia de Pátzcuaro

 
Vasco de Quiroga en la historia de Pátzcuaro
Armando Martínez
Martes 13 de Enero de 2015

 Siguiendo su nombramiento como el primer obispo de Michoacán, hacia 1538, don Vasco tuvo la oportunidad de llevar a cabo plenamente sus intenciones de evangelizar a los purépechas.

 
  
Pátzcuaro, Michoacán.- Vasco de Quiroga, ha sido un personaje importante en la historia de Pátzcuaro y sus alrededores. De acuerdo con Arturo Pimentel Ramos en su libro Pátzcuaro en breve, Vasco de Quiroga fue sin duda alguna un personaje importante e influyente para la historia de Pátzcuaro a principios de la época colonial. Nació en la Villa Madrigal de las Altas Torres, en España, y fue instruido como abogado. Este hombre llegó a la Nueva España en el año 1531, a la edad de 60 años, como miembro de la Segunda Audiencia, un cuerpo administrativo y judicial enviado por la Corona para gobernar la colonia.

Dicho grupo fue comisionado para organizar el territorio y reparar el daño hecho por la Primera Audiencia, presidida por el inescrupuloso Nuño de Guzmán, quien fue capaz de utilizarla para obtener el poder y control que luego aplicó en su beneficio personal. Fueron las noticias de la llegada de la Segunda Audiencia las que provocaron la brutal estampida de Guzmán hacia lo que ahora es Michoacán.

Dos años después de su llegada, en 1533, don Vasco de Quiroga organizó su primer pueblo experimental llamado Santa Fe de México, nombrado así por su ubicación cerca de la ciudad capital. En ese mismo año fundó otro en la ribera del Lago de Pátzcuaro y lo llamó Santa Fe de la Laguna, lugar que puede ser visitado y admirado en la actualidad. Posteriormente fundó los hospitales de Tzintzuntzan, Pátzcuaro, Uruapan, Tacámbaro y Cuitzeo. Estas comunidades fueron esencialmente centros para peregrinos provenientes de otros lugares del país.

Siguiendo su nombramiento como el primer obispo de Michoacán, hacia 1538, don Vasco tuvo la oportunidad de llevar a cabo plenamente sus intenciones de evangelizar a los purépechas. Sus planes incluían reforzar las comunidades, en las cuales se hizo reparto de las tierras y cada familia tenía su propia vivienda y parcela. La labor en los campos y granjas comunales se realizaba de manera rotatoria, lo que permitía a los indígenas ser autosuficientes y a la vez tener tiempo libre para recibir instrucción y práctica espiritual.

Así, don Vasco organizó, de acuerdo con los estándares de la Corona, que cada población se dedicara a la manufactura de un determinado producto o artesanía, enriqueciendo las técnicas introducidas por Vasco de Quiroga con las propias técnicas prehispánicas que ya se trabajaban. Aún ahora es posible admirar el policromado de las lacas de Uruapan (cuya técnica es prehispánica), escuchar el rítmico golpear de los marros que forjan el cobre en Santa Clara. Es más, en algunos de los comedores más elegantes de nuestro país y del extranjero se sirven las viandas en la fina loza de Patamban y los excelentes trabajos que se realizan en madera y cerámica dan vida a la decoración de miles de hogares en muchos lugares del mundo.

Don Vasco de Quiroga murió en la ciudad de Pátzcuaro el 14 de marzo de 1565, a la edad de 95 años, con lo que se cerró uno de los capítulos de la historia de Michoacán, pues a su muerte, la sede de la Diócesis fue transferida a Valladolid, ciudad favorecida por los virreyes para convertirse en la nueva capital de la provincia.

Sus restos descansan en la Basílica de la Virgen de la Salud, que él mismo fundó en Pátzcuaro. Según la creencia de la región, el espíritu de Vasco de Quiroga aún se percibe por los lagos, valles y montañas de esta tierra.

La veneración que se le guarda, aún hoy hace de él mucho más que una figura del pasado histórico. Las instituciones, especialidades y comercio que él organizó aún persisten y se han enriquecido de diferentes maneras.
 
 
 
 
       
      
             









 







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