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20 oct 2014

El Tostado que tanto escribió

 
Refranes y dichos 
El Tostado que tanto escribió
 
Día 14/10/2014 - 08.02h
 
Parece imposible que alguien pudiera saber y escribir tanto como demostró Alonso de Madrigal, un prodigio de sabiduría del siglo XV
«Es muy cierto que escribió, para cada día tres pliegos, en los días que vivió; su doctrina así alumbró, que hace ver a los ciegos», reza el epitafio de Alonso Fernández «El Tostado», el eclesiástico español del siglo XV al que se le recuerda en el dicho «escribir más que el Tostado».
Si el epitafio no exagera, el Tostado llegó a redactar unos 53.880 pliegos, según el recuento que hizo Francisco Rodríguez Marín en sus «Quinientas comparaciones andaluzas» y hasta 70.225 pliegos a juicio de Julio Cejador.
 
El Tostado que tanto escribió  
Alonso Tostado
 
El Tostado, también llamado Alonso de Madrigal por haber nacido en este pueblo de Ávila o «el Abulense» por haber sido obispo de Ávila, fue considerado el máximo prodigio intelectual de su tiempo. A los 18 años era filósofo, jurisconsulto y teólogo con tales conocimientos que a los 25 ya tenía fama de ser una de las personas más sabias en aquella España de Juan II de Castilla.
En Salamanca, donde fue Eugenio IV le nombró Maestrescuela de la Catedral, «llegó a hacerse dueño por sorpresa de todas las ciencias que allí se enseñaban», según recoge José María Iribarren. Cuentan que nunca olvidaba lo que leía y recitaba de memoria pasajes enteros de la Biblia y toda la «Summa Teológica» de Santo Tomás de Aquino.
Su juventud, su fama y su sabiduría despertó envidias de otros que le acusaron de hereje y fue llamado por esta causa a Roma. «El Tostado» escribió un «Defensorio» en el que mostró su erudición asombrando al Papa y a cuantos le oyeron. José de Vieira y Clavijo, en su «Elogio de don Alonso Tostado» describe cómo fue para Italia un espectáculo singular el enfrentamiento teológico entre El Tostado y Juan de Torquemada, que sostenía la acusación: «Torquemada tenía mucho de aquel ardor polémico que con su nervio y sequedad aterroriza; el Tostado, aquella luminosa amenidad y varia riqueza que persuade y agrada».
Alonso de Madrigal asistió al Concilio de Basilea y fue consejero de Juan II, el padre de Isabel la Católica, que le nombró canciller mayor y abad de la Colegiata de Valladolid, agraciándole posteriormente con el obispado de Ávila que ocupó hasta su muerte el 3 de septiembre de 1454 en la localidad de Bonilla de la Sierra, donde acostumbraba a retirarse para estudiar y escribir. Acababa de cumplir los 55 años, aunque según otros contaba solo cuarenta a su muerte.
Fue tal volumen de páginas las que dejó escritas que parece imposible que alguien pudiera estudiar y escribir tanto. Sus obras en latín constan de 24 tomos en folio a los que se suman otras muchas en castellano. «Solo el catálogo razonado de sus obras que realizó el doctor Pontano consta de dos gruesos volúmenes», señalaba ABC en 1900. No es extraño que en el habla popular aún se aplique la frase «escribir más que el Tostado (o Tostao)» para decir de alguien que trabaja más de lo normal o indicar que una persona sabe mucho.
El Tostado, de quien dicen que era de mediana estatura cuello ancho y cabeza voluminosa, fue sepultado en la catedral de Ávila en un magnífico mausoleo de Vasco de la Zarza, una de las joyas de Ávila. Sobre su sepulcro reza la inscripción: «Hic stupor est mundi, qui scibile discutit omne» (Éste es el asombro del mundo, que se aplicó a todo conocimiento (que se puede saber)).

El grupo de Salamanca

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