12 dic 2013

Ávila de cine. Imágenes de película



Ávila de cine. Imágenes de película
Jesús Mª Sanchidrián
Las fotografías de una sorprendente película rodada en el año 1928 con el título ‘Ávila y América’ constituyen el germen de la exposición que se luce en el Palacio de los Serrano desde el 12 de diciembre de 2013 hasta el próximo 11 de enero de 2014, donde también se exhibe de forma continua el documental realizado entonces.
Un profesor de historia y sacerdote, José Mª Sánchez Bermejo, y un operador de fotografía, Agustín Macasoli, fueron los artífices de la cinta cinematográfica en la que se resume la pequeña historia de esta tierra, la misma que ahora queda comprimida en  fotogramas que son instantáneas quietas y memoria de aquel tiempo.

La selección fotográfica es un claro exponente del “ideario” de los organizadores de la exposición, la Asociación de Amigos del Museo de Ávila, así como del propio museo que cumplió cien años en 2011, sin olvidar la interesante personalidad de Sánchez Bermejo.

Efectivamente, las imágenes son un excelente testimonio sobre arqueología, historia, arte, etnografía y cultura popular. Valores todos ellos donde nace una identidad que nos une.

Es por ello, que la exhibición gráfica que se ofrece quiere servir para una contemplación sosegada de nuestro patrimonio material e inmaterial y una extraordinaria oportunidad para la celebración conmemorativa de la asociación museística.

Si la fotografía se engrandece, recupera el alma y recobra la vida en la película de la que forma parte, la quietud de las estampas expuestas hace que el visitante se detenga y fije su mirada con mente reflexiva  sobre aspectos que parecen volar en la moviola.
Las imágenes en movimiento filmadas por Agustín Macasoli a las órdenes de José Mª Sánchez Bermejo  son el relato ordenado que pretende contar la historia de Ávila a través de sus personajes más relevantes y de sus monumentos, donde las gentes rezuman vitalidad en sus quehaceres cotidianos y en sus tradiciones festivas, como si se hubiera tocado a arrebato. 
La fotografía es la protagonista de ‘Ávila y América’.
La película retrata el paisaje rural abulense y los conjuntos monumentales donde los actores anónimos son los propios vecinos que dan verosimilitud y prestancia a los decorados naturales.
Y aunque la cinta carece de banda sonora, pueden escucharse imaginariamente el sonido de los árboles movidos por el viento, el murmullo del  gentío que procesiona en las fiestas de la Santa Teresa acompañado de la música de dulzaina y tamboril,  los corros de bailes, los chascarrillos a la salida de misa, el jolgorio del día de la boda, y el bullicio de los aldeanos en días de mercado.
No obstante, el sonido directo llegará con el reestreno de la película el 12 de diciembre de 2013, cuya proyección se ha previsto ambientada con la música de piano a cargo de Ricardo Casas Fischer, todo un logro.
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Cine y fotografía hicieron comunión para conferenciar sobre la historia de Ávila y hacer “propaganda abulense por tierras de América”,  tarea en la que se afanó José Mª Sánchez Bermejo atendiendo al encargo del Ayuntamiento y la Diputación ante las inminentes
Exposición Internacional de Barcelona y Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, aprovechando también las inercias del recientemente creado Patronato Nacional de Turismo.

José María Sánchez Bermejo (1886-1937), según ha investigado Elías Terés Navarro y a quien seguimos en este artículo, había nacido en Casas del Puerto de Tornavacas, actualmente llamado Puerto Castilla (Ávila), estudió en el seminario de Ávila y se ordenó sacerdote en 1913.

Fue cura de pueblo en las localidades abulenses de Santa María del Berrocal y San Bartolomé de Tormes, y a partir de 1915 en las parroquias de la capital de las iglesias de Santiago y de San Pedro, también ejerció como capellán de Mosén Rubí.

Simultáneamente, en 1924 obtiene la licenciatura de Historia y desempeña el puesto de profesor ayudante en el instituto de Ávila durante siete años.

En 1925 accede por oposición al puesto de archivero del Ayuntamiento y la Diputación de Ávila, al que se le se añadirá en 1927  el de bibliotecario de ambas instituciones, lo cual hizo que fuera la persona más indicada para encargarse de la “promoción de Ávila y su divulgación en todos los aspectos”, se decía en la encomienda.

José Mª Sánchez Bermejo había ideado entonces ilustrar  una serie de conferencias sobre la tierra abulense con fotografías que proyectaría como si fueran diapositivas, pero la magia del cine se apoderó de su plan y ello culminó en la película que conocemos, la cual fue patrocinada por las corporaciones provinciales (Gobierno civil, Diputación y Ayuntamiento).

El director de fotografía encargado de filmar las entrañables secuencias seleccionadas en la exposición que titulamos “imágenes de película” y de la película entera fue Agustín Macasoli, entonces un joven operador de 28 años natural de Madrid de larga trayectoria que se mantuvo activo hasta los años sesenta del siglo pasado.

Así mismo, con el equipo de rodaje coincidió un experimentado fotógrafo, Pelayo Mas Castañeda, (1891-1954), quien también estaba realizando un catálogo monumental de Ávila por encargo de la Diputación Provincial, institución presidida entonces por el coronel Ángel de Diego y Capdevilla, quien luego fue presidente de la Comisión Provincial de Monumentos.

Y aunque la película ‘Ávila y América’ no fue exhibida, como estaba previsto, en la Exposición Universal de Barcelona de 1929, sí que lo fue, y con gran éxito, la colección de Pelayo Mas formada por 1.158 fotografías encuadernadas en doce lujosos volúmenes que reúnen casi todo el patrimonio cultural de Ávila y provincia.

Las imágenes que tomó Pelayo Mas son de una extraordinaria calidad y han servido para ilustrar la guía ‘Ávila monumental’ (1952) de Santiago Alcoléa, el ‘Catálogo Monumental  de Ávila’  de Manuel Gómez Moreno, publicado en 1983, y la reedición que hizo Pedro Tomé en 2008 de ‘La cultura popular de Ávila’, de Albert Klemm, entre otras obras.

Un gran número de las fotografías tomadas por Pelayo Mas son exactamente iguales a los fotogramas de la película de Sánchez Bermejo y Macasoli, lo que demuestra una interesante similitud temática y escénica, también de enfoque, luminosidad y motivos retratados.

Ejemplo de lo anterior son las vistosas fotografías tomadas de los toros de Guisando, de las escenas de boda o el mercado de El Barco de Ávila, de la plaza de Piedrahita, y de las mozas de Candelada, entre otras instantáneas.

Y como buena muestra del periplo por esta tierra del equipo de rodaje, Pelayo Mas retrató  al grupo  dirigido por José Mª Sánchez Bermejo en la plaza de la villa de Arévalo.

La película se divide en tres partes con los siguientes títulos: ‘Ávila histórica’, ‘Ávila panorámica’ y ‘Ávila monumental’.

La historia de Ávila se centra en la figura de Isabel la Católica (1451-1504) y los lugares en los que dejó su impronta, como Madrigal de las Altas Torres donde nació, vivió y siendo reina reunió a las Cortes; el palacio de Juan II, su padre, y el castillo de Arévalo, donde vivió su madre viuda; el convento de Santa Ana de Ávila y la capilla de  san Bernabé de la catedral; el pueblo de Cebreros y el paraje de los toros de Guisando donde se proclamó heredera al trono; y el Real Monasterio de Santo Tomás que mandó construir. 

La figura de santa Teresa (1515-1582) ocupa también un lugar destacado en la película, así como los lugares teresianos de los conventos carmelitas de La Santa, la Encarnación y san José.

Y sigue la figura de Pedro de la Gasca (1493-1567), pacificador del Perú, nacido en El Barco de Ávila de donde se enseñan el castillo de Valdecorneja  y vistas del Tormes y el aspecto de sus calles.

La parte titulada ‘Ávila panorámica’ enseña aspectos etnográficos y folclóricos de los pueblos más importantes de Ávila.

En Guisando vemos a los hombres y mujeres saliendo de misa, y luego a las mozas cruzando la calle ataviados con vestimentas típicas.

Lo mismo podemos admirar en Candeleda, donde se exhiben hermosos bailes en días de fiesta.

En El Barco de Ávila llaman la atención escenas de mujeres recogiendo judías, el mercado que se celebra en la plaza, los novios y el acompañamiento a la puerta de la iglesia y el juego de la gallinita ciega en el Concejil.

En Piedrahita, villa del duque de Alba, el cartero reparte el correo por la calle, las mujeres enjoyadas e se cubren la cabeza con mantelina y la plaza señorea con su fuente central.

En Ávila se celebran las fiestas de su patrona Santa Teresa. La procesión es de una gran vistosidad.

Los gigantes y cabezudos inician la marcha, la imagen de la santa sale de la catedral en un recorrido que sigue por la calle de san Segundo y la plaza del Mercado Grande hasta llegar a la iglesia de la  Santa.

En la comitiva que discurre entre el numeroso gentío sobresalen el propio Sánchez Bermejo rodeado por seminaristas, las autoridades locales civiles y militares entre los alguaciles con mazas, los clérigos y canónigos, y los soldados de la Academia de administración militar.

La última parte de la película, ‘Ávila monumental’, es el catálogo del patrimonio cultural de la ciudad.

Aquí, la  visión de Ávila se completa con secuencias de la ermita de san Segundo y parroquianos que salen de misa, la basílica de san Vicente, la iglesia de San Pedro y el mercado situado en la plaza del Ejército, la iglesia de santo Domingo, la ermita de san Andrés, el monasterio de Santo Tomás, la iglesia de Santiago, la iglesia de San Juan y parte de su entorno de la plaza del Mercado Chico, la capilla de Mosén Rubí con obreros municipales trabajando a la entrada, la plaza del Mercado Grande y el interior del Alcázar, la puerta de las Carnicerías y la plaza de la Catedral, la fachada principal de la Catedral y su interior, el palacio de los Velada con lugareños que pasan por el patio, y el palacio del Marqués de Canales de Chozas.

Una vez concluido el rodaje, la película inició un largo recorrido de difusión y exhibiciones.
Y después de hacerlo en Ávila, el documental se estrenó con éxito en los últimos meses de 1928 en la Academia de la Historia y en la Universidad Central de Madrid, sirviendo entonces para ilustrar sendas conferencias dadas por José Mª Sánchez Bermejo.

A partir de enero de 1929, y durante más de seis meses, se inicia “un viaje de propaganda abulense por tierras de América”, para lo que es comisionado Sánchez Bermejo, según consta en su expediente personal obrante en el Ayuntamiento de Ávila.

La expedición cultural de Sánchez Bermejo recorrió Puerto Rico, Cuba, Santo Domingo, Ecuador, Chile, Perú y Argentina, entre otros países americanos, actuando en casinos, ateneos, universidades y otros centros institucionales.

Igual interés expedicionario se mostró en 1999, cuando la Asociación de Amigos del Museo de Ávila, la Filmoteca y Caja Ávila, hicieron de la exposición ‘Imágenes de película’ y del documental ‘Ávila y América’ un recorrido por la capital y los pueblos de El Barco de Ávila, Madrigal de las Altas Torres, Arévalo, Candeleda, Cebreros y Piedrahíta, lo que se documentó con textos, que ahora recuperamos, de Cristain Berga, Elías Terés Navarro, Emilio C. García Fernández y Juan Antonio Pérez Millán.

Como anécdota del viaje por América recogemos la que nos cuenta el músico Joaquín Turina, destacado compositor de música para películas y fotógrafo aficionado que retrató Ávila en 1910:

Durante el viaje a Nueva York en 1929, la mayor parte de las noches se proyectaron películas, lo que ayudó a sobrellevar tan largo viaje, y en las veladas se improvisaron charlas y tertulias. Incluso se organizaron cinefórum. Y el 29 de abril, Turina anotó en su diario: “empieza a refrescar, fotos en cubierta, por la noche conferencia del Padre Bermejo con cine sobre Ávila”.

Y la “cruzada cultural” le valió a Sánchez Bermejo los nombramientos de Hijo Adoptivo de Ávila, de Comendador de la Real Orden de Isabel la Católica, de Académico de la Historia de Quito, Socio de Honor del Casino Abulense, etc..

Reincorporado a sus trabajos ordinarios en Ávila, Sánchez Bermejo continúa su labor docente en el instituto de la ciudad.

En el curso1933-1934 es nombrado profesor del Instituto Lagasca, de Madrid, y el 1 de diciembre de 1933 se ocupa de la oficina de la Obra Pía del Ministerio del Estado, siendo ministro el diputado por Ávila Claudio Sánchez Albornoz, con quien tenía gran amistad.

En 1935 sigue  ocupando plaza en el Instituto Lagasca y luego en el Instituto Cisneros.

La Guerra Civil le sorprende en Madrid, donde es detenido y su casa saquedada. Desde Ávila se le abre expediente de depuración acusándosele de afiliación republicana durante el primer gobierno de Azaña y de su amistad con Sánchez Albornoz, por lo que será cesado de su cargo como archivero excedente de la Diputación de Ávila.

Enfermo de corazón y pulmón, José Mª Sánchez Bermejo fallece en Madrid en 1937.

Con posterioridad, en 1941, el Ministerio de Educación Nacional le abre un nuevo expediente de depuración que será archivado con restitución en sus derechos.

Y volviendo al fin último que nos ocupa, queremos dejar testimonio del extraordinario esfuerzo  realizado en su día por la Diputación y el Ayuntamiento de Ávila por divulgar la historia abulense y sus valores artísticos y culturales, a la vez que se quiere rendir un merecido homenaje a la figura de José Mª Sánchez Bermejo.

Finalmente, solo nos queda por agradecer el trabajo desarrollado en la recuperación de nuestro patrimonio audiovisual por Mª Ángeles López y José Mª Rodríguez y demás miembros de la familia Sánchez Bermejo, por la Filmoteca de Castilla y León que restauró la película, y por la Fundación Caja de Ávila que ha querido compartir con todos este hallazgo, así como por la Asociación de Amigos del Museo de Ávila que ha trabajado por todo ello y por su difusión y divulgación.
 

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