16 nov 2013

César Combarros


César Combarros
Texto de agradecimiento.

Ávila, 12 de noviembre de 2013

Buenos días y muchas gracias a todos por venir.

Antes de nada quiero comenzar dando las gracias al presidente de la Diputación, Agustín González, por seguir convocando los Premios de Periodismo Benjamín Palencia, unos galardones que reconocen el esfuerzo y la labor de una profesión tan bonita y que vive unos momentos tan duros como la nuestra.

A los catorce años decidí que quería ser periodista. No sé si era demasiado pronto para darle vueltas a una idea tan peregrina para un niño que no conocía a nadie en la profesión, y que ni siquiera había intercambiado jamás unas palabras con un periodista. Sólo sé que la idea estaba ahí.

Recuerdo mis primeras lecturas y mis primeros escritos unos cuantos años antes, y supongo que el disfrute que suponía escuchar, leer o escribir historias ajenas fue lo que me acabó empujando hacia este oficio, hoy tan castigado.

Son muchos los compañeros que actualmente no pueden ejercer el periodismo por la crisis, que junto con el cambio de modelo de negocio por la irrupción digital y las drásticas caídas de publicidad están abocando a muchos medios a su desaparición, empujando al desempleo a demasiados miles de profesionales. A ellos sólo les puedo decir que no pierdan el ánimo y que les deseo un pronto golpe de suerte.

Ante esta situación, tengo que dar las gracias a la Agencia Ical, y por ende al Grupo Promecal, por su apuesta por un periodismo pegado a la gente, y por brindarme desde hace ocho años la oportunidad de ejercerlo.

Hace unas semanas me entregaban el Premio Cossío de Prensa por otra serie de reportajes sobre la vida en el perímetro de Castilla y León, donde también recorría algunos de los pueblos del sur de la provincia de Ávila, con paradas en Santa Cruz del Valle y su Museo del Aceite, al lado de Ramacastañas en las Cuevas del Águila, o en Poyales del Hoyo, con sus higueras centenarias. Cada pueblo de Ávila, y cada pueblo de Castilla y León, encierra multitud de historias que esperan su momento para ser reveladas a través de nuestro trabajo. Desde aquí quiero animar a los responsables de los medios a que permitan a sus profesionales de cuando en cuando escaparse de la inmediata actualidad para escuchar lo que nuestras gentes tienen que contarnos, que es mucho.

Ahora me colma de felicidad que el jurado de la sexta edición de los Premios Benjamín Palencia de Periodismo haya decidido premiar mi reportaje sobre el protagonismo que la provincia de Ávila tuvo en la vida de una de las personas más decisivas de la historia de España: la reina Isabel la Católica.

Quiero darle las gracias a todos los periódicos que publicaron aquella información, y a todos y cada uno de los integrantes del jurado, porque la alegría fue tremenda cuando me telefoneó el presidente para darme la noticia hace unos días. Con estos premios la Diputación demuestra que sigue creyendo que el periodismo sigue siendo un instrumento útil, necesario e imprescindible para construir una sociedad más justa.

Con el reportaje premiado intenté reconstruir la huella de la reina Isabel en Castilla y León, y recordar la importancia que estas tierras tuvieron para ella. En el caso de Ávila, está fuera de toda duda que la provincia la acompañó durante toda su vida, ya que parafraseando a Rilke «la infancia es la patria del hombre», y la reina Isabel nació en Madrigal de las Altas Torres y vivió entre los tres y los diez años en el Palacio Real de Arévalo. Todo ello sin olvidar que fue en la Concordia de Guisando, en una venta que existía próxima al Tiemblo, cuando en septiembre de 1468 pactó con su hermano Enrique IV que a su muerte ella se convertiría en reina.

Para realizar el reportaje, después de unas cuantas jornadas documentándome y charlando con expertos como la catedrática de Historia Medieval María Isabel del Val, me desplacé junto con el editor gráfico de la Agencia Ical, Eduardo Margareto, hasta los tres puntos clave de Isabel en Ávila. Gracias a las fotografías de Eduardo el reportaje cobró vida, y otra persona fundamental fue José Luis Robledo, que tras casi veinte años trabajando en el 'Diario de Ávila' ahora está en la Agencia en Valladolid y me tendió los hilos necesarios de los que tirar para poner en marcha este reportaje.

Tras intentar encajar un montón de agendas, debo agradecer la atención que ya en Madrigal durante un frío día del pasado invierno nos prestó el párroco, don Ceferino Jiménez, que por un asunto familiar muy grave finalmente no nos pudo acompañar personalmente en nuestra visita a San Nicolás de Bari, donde fue bautizada la reina.

Mi gratitud también al Obispado de Ávila, que nos dio los permisos necesarios para acceder a muchos edificios emblemáticos en el itinerario vital de la reina. A la hermana agustina María Jesús, que pese a vivir días muy duros en la clausura hizo de tripas corazón y nos abrió las puertas del Monasterio de Nuestra Señora de Gracia para mostrarnos el recinto donde nació Isabel y las estancias donde vivió sus primeros años.

Al artesano y cronista oficial de Madrigal, Ángel Luis Portillo, por dedicarnos su tiempo y brindarnos años de investigaciones sobre la historia de la villa; a Rufino González Díaz, de la Asociación Amigos de Madrigal; y a Marisol, de la Asociación Cultural Las 4 Puertas.

Ya en Arévalo, quiero agradcer la inestimable ayuda de Ricardo Guerra, entusiasta historiador y cronista oficial de Arévalo, que hizo de cicerone en la ciudad. Y a Juan José Álvarez Mulas, presidente de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias con quien recordamos la intensa devoción de la reina por la patrona arevalense.

Quiero darles las gracias a todos ellos y también a mis compañeros de Ical, que cada vez que me toca salir fuera de la redacción para preparar algún reportaje son quienes sacan adelante las noticias del día a día, porque la actualidad no se detiene.

No me voy a extender más, pero antes de terminar quiero acordarme de mis padres, mi hermana y mi cuñado, y por supuesto de mi mujer Henar, responsables sin duda de lo mejor de mí.

Muchas gracias.

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