Un patrimonio por descubrir

                                                         

Paseando por las calles y plazas de los pueblos de La Moraña aparecerá un interesantísimo mundo de ladrillo, adobe, tapial y entramados de madera empleados durante siglos con sabiduría y delicadeza



ical.Convento de Santa María de Gracia (Madrigal de las Altas Torres El viajero que se acerca al norte de la provincia de Ávila lo hace a unas tierras que aúnan un magnífico y en cierto modo desconocido conjunto monumental. Buena parte de sus más destacadas arquitecturas las encontrará sin duda en Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, las localidades más conocidas y de mayor importancia histórica; sin embargo, tomando con curiosidad y calma el camino, se irán descubriendo a lo largo y ancho de la llanura en que se extiende la comarca pequeñas joyas de distintas épocas que bien merecen una visita. Junto a ellas, recorriendo calles, paseando plazas, aparecerá un interesantísimo mundo de ladrillo, adobe, tapial y entramados de madera en el que estos materiales propios del terreno se han empleado durante siglos con sabiduría y delicadeza en un mal llamado «patrimonio menor», dando lugar a rincones sorprendentes como la arevalense Plaza de la Villa.

La ciudad de Arévalo se asienta entre los cauces del Arevalillo y el Adaja, y justo sobre el espolón en que se unen se eleva su castillo, tal como lo hace el Alcázar en la cercana Segovia entre el Clamores y el Eresma. Sus muros hoy reparados y reconstruidos dibujan una planta pentagonal configurada en diversas fases, donde sobresale al sur la torre del homenaje de sillería y al norte la configuración de un baluarte que avanza hacia los ríos, iniciando la serie de los españoles. Últimamente se ha excavado una defensa antepuesta a la entrada principal con un cuerpo que repite la fisonomía de la torre del homenaje y enfilado con ella, entre cuyas misiones estaría proteger la fortaleza de una posible revuelta urbana. Perteneció a Álvaro de Zúñiga, duque de Arévalo desde 1469, para pasar posteriormente a la Corona y más tarde al municipio, que a su vez lo cedió al Ministerio de Agricultura para albergar hoy un singular museo dedicado al trigo.

Las murallas parten a ambos costados del castillo conformando un perímetro aproximadamente rectangular. Al Este y Oeste se adecúan a la orografía siguiendo los escarpes de los ríos y al Sur contaban con su lienzo más potente reforzado con foso y barbacana, pues se abría a la llanura y por tanto era el más susceptible de ser atacado. Además de varios postigos se abrían en ellas cinco puertas de las que se ha conservado la de Alcocer, abierta en un torreón recrecido ya en Época Moderna para acoger la cárcel real.

De las once iglesias con que contó Arévalo se mantienen seis en el núcleo urbano, más La Lugareja a poco más de un kilómetro al sur. Ésta, construida en la primera mitad del siglo XIII, muestra hoy la cabecera de un templo que durante siglos perteneció al monasterio cisterciense de Santa María de Gómez Román. Sus tres esbeltos ábsides de ladrillo con el cimborrio sobre el tramo recto del central componen una de las imágenes más bellas de la arquitectura medieval hispana. Al interior, la anómala situación del cimborrio se resuelve con exquisita perfección, confiriendo una muy grata sensación de espacio subrayada por los ritmos de arcos y frisos de ladrillos dispuestos en esquina.

De vuelta a la villa, además de un notable conjunto de palacios, esperan El Salvador, Santo Domingo, San Juan, Santa María, San Martín y San Miguel. Comparten estos templos su origen hacia las últimas décadas del siglo XII y primeras del XIII, y por sus plantas, estructuras, alzados, materiales, cronología y decoración se emplazan en un punto en que románico y mudéjar se vuelven indiscernibles, al igual que ocurre con otras iglesias vecinas del norte de la provincia de Segovia y el sur de la de Valladolid. Las de Arévalo son edificios que requieren una contemplación pausada, pues a lo medieval -generalmente las cabeceras y espléndidas torres- se suma que han sido transformadas y enriquecidas en diversos periodos históricos, especialmente durante los siglos del Renacimiento -cuerpos de naves y armaduras- y del Barroco -bóvedas tabicadas y retablos- conformando conjuntos de gran valor.

Madrigal de las Altas Torres

Igualmente, Madrigal de las Altas Torres conserva buena parte de las murallas que protegieron la villa. Describen un perímetro semioval que junto al emplazamiento de sus dos templos viene a definir la distribución del caserío histórico, aquel que vio nacer a Isabel de Castilla y fue sede de Cortes durante los reinados de Juan II, Enrique IV y de la propia reina.

En la parte más alta de la población se yerguen las iglesias de San Nicolás y Santa María del Castillo. La primera, lugar del bautizo de Isabel, es pieza magnífica cuyo exterior viene marcado por una airosa torre del siglo XV que en su seno guarda otra anterior de menores dimensiones, al igual que sucede en la vecina Catedral de Salamanca. Al interior es iglesia que ha conocido sucesivos añadidos desde su primera construcción en el siglo XIII, entre los que cabe destacar la espectacular armadura que cubre la nave central o la ochavada que cierra el presbiterio. Santa María es templo más modesto, aunque conserva parte de su interesante cabecera triple con decoración de arcos ciegos y recuadros superpuestos.

Al sur se encuentra el Palacio de Juan II, con su fachada ceñida por torres y acceso en arco apuntado, antecediendo a un delicioso patio rectangular cuyas crujías se abren gracias a columnas pétreas y pies rectos de madera. Tras ser donado por Carlos V a las agustinas se construyó anexo un convento organizado en torno a un claustro de mayores dimensiones. Frente a él se encuentra el Hospital y no lejos de éste el conocido como Arco de Piedra, vestigio de un palacete renacentista singular por su profusa decoración de motivos vegetales, candeleros, jarrones, etc. Al oeste de la población, fuera del recinto amurallado, se ubican los restos del que fuese convento de agustinos, otrora conocido por su porte como El Escorial del Castilla. Su traza se debe al arquitecto Juan del Ribero Rada y aún conserva en su interior buena parte de la iglesia y un sobrio claustro clasicista.

Como se ha dicho, además de Arévalo y Madrigal, la comarca cuenta con poblaciones que atesoran otros monumentos de interés como puedan ser Fontiveros -parroquial con cabecera de R. Gil de Hontañón y casa natal de San Juan de la Cruz-, Rivilla de Barajas -castillo de Castronuevo-, Espinosa de los Caballeros, Barromán, Fuente el Sauz o Fuentes de Año con sus respectivas parroquiales.

http://www.abc.es/local-castilla-leon/20130701/abci-patrimonio-descubrir-201307010906.html


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