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19 dic 2012

El Saber

 

 

 


 

CyL

EL SABER

 
 
ener años no es estar muerto; estás muerto cuando dejas de respirar y mientras respire tengo que aprovechar». Así explica su vitalidad y sus ganas de seguir aprendiendo Felisa García Pérez, que a sus 90 años recién cumplidos acude por las tardes desde hace 20 años a la Universidad Pontificia de Salamanca para cursar asignaturas y seguir los cursos que le ofrece el Programa Interuniversitario de la Experiencia.
Ella es una de los 4.270 alumnos que este curso están matriculados en este programa que comparten las ocho universidades de Castilla y León. Inquietud y ganas de aprender une a estas personas que, una vez jubiladas o en la recta final de su vida, descubren que el aprendizaje no se detiene en ningún momento de esa vida.
Lo ejemplifica Felisa, natural de Madrigal de las Altas Torres. Es de la primera promoción (1993) de la Universidad de la Experiencia y no ha faltado a su cita con las aulas de la Pontificia en estos veinte años desde aquel día, tras enviudar, en que un amigo profesor universitario le recomendó estas clases. Ella tuvo la suerte, vedada a otras muchas mujeres hace más de setenta años, de tener un padre «que nos promocionó a mí y a todos mis hermanos, chicos y chicas, y nos permitió que estudiáramos», asegura. Se licenció en Filología Románica, pero nunca trabajó y una vez sola, y «como siempre me gustó estudiar», decidió que tenía que salir de casa y retomar los estudios «por el placer de cultivarme».
Hoy, aunque tiene «mal las piernas», pero un «espíritu joven» sigue adelante y confiesa que «la universidad me está ayudando mucho», mientras recuerda otros casos en que no es así, como el de una amiga que «ha decidido no salir de casa y eso es una muerte». Pero no se siente una persona extraña ni nada peculiar: «somos muchos los que hacemos esto; hay gente que valora los conocimientos, pero también aprendes y te relacionas con la gente y no te pasas el día aquí en casa pensando que eres mayor y que ya se acaba la vida». Eso sí, lo que más le ha costado son «las clases de ordenadores; es mi punto flaco», confiesa.
También estos mayores coinciden con los jóvenes que cada día acuden a cursar estudios en las universidades de la Comunidad, bien en pasillos e instalaciones, o bien en actividades intergeneracionales que tiene el programa, y aunque el salto entre ellos pueda parecer abismal, como narra Felisa, «cuando nos vemos, calculamos una distancia inmensa, pero al hablar unos con otros no hay tanta. Lo único que ocurre es que ellos tienen muchas expectativas y nosotros ya no, esa es la diferencia». De hecho, Felisa recuerda como una experiencia «muy positiva» el curso que tiene este año con jóvenes de Periodismo.
 
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http://www.abc.es/comunidad-castillaleon/20121219/abcp-saber-20121219.html
 

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