Son agricultores menores de 30 años, hablan inglés y dominan
la contabilidad y las nuevas tecnologías, además de las técnicas tradicionales
del cultivo y la ganadería. Este nuevo perfil de profesionales podría abanderar
un vertiginoso cambio del sector agrario en los próximos años en España. Pero
el éxodo de jóvenes a las ciudades se está agudizando, al tiempo que el
porcentaje de mayores de 65 años sigue al alza (en España ha aumentado un 20%
desde 1998).
Para frenar la despoblación y el envejecimiento, la Unión
Europea (UE) está elaborando una batería de medidas que incluirá en la Política
Agraria Común (PAC) 2014-2020. Dentro del plan, la Comisión Europea ha aceptado
la propuesta del Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA) de crear un
programa de intercambios, estancias de corta duración y visitas al extranjero,
para reforzar la formación de los jóvenes y hacer el sector más competitivo.
Estas salidas en la actualidad sólo los disfrutan los
estudiantes de universitarios a través de las becas Erasmuscontarán con una
ayuda económica de la UE y comenzarán en 2014, pero dependen de los
Presupuestos que aprobará Bruselas en 2013.
Estudiando FP
El target al que va dirigido son jóvenes que se encuentran en
sus primeros años de vida laboral o que están estudiando Formación Profesional.
"Son los más receptivos al cambio, sobre técnicas y modernización",
explica el vicepresidente de CEJA y uno de los impulsores del erasmus agrícola,
José Fernando Robles.
La medida depende de los Presupuestos que aprobará Bruselas
en 2013
En España, solo el 15,45% de los trabajadores del sector de
agricultura, ganadería, silvicultura y pesca tiene menos de 30 años, según la
Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2011. En la parte
agrícola, Robles reduce el porcentaje de menores de 35 años al 7%, aunque el
envejecimiento es aún más agudo en otros países europeos.
"A mí me interesa aprender cómo venden sus productos
los agricultores en otros países, sus técnicas de marketing o cómo se unen 10 o
15 para ahorrar dinero o ser más fuertes", explica Pedro González,
agricultor de 22 años de uno de los pueblos de la huerta de Madrid, Villa del
Prado.
Dedos vendados
Apenas el 15% de los trabajadores del campo tiene menos de
30 años
"Irme a otro país me costaría mucho dinero porque no
puedo dejar los invernaderos sin cuidado. Habría que buscar a alguien...",
cavila el joven, en plena recogida de la aceituna y con varios dedos vendados
por las tendinitis que el trabajo ha dejado en sus manos. Su padre pasó muchos
años sin poder irse siquiera de vacaciones, hasta que Pedro y su hermano
pudieron hacerse cargo del negocio.
Para reducir costes, el joven va a levantar su primera
plantación, de 1.500 metros cuadrados, junto a los invernaderos de su padre,
donde se ha curtido durante años. Ha pedido una subvención de 40.000 euros.
"Los conocimientos que nos han transmitido nuestros
padres corren el riesgo de perderse si los hijos al final nos vamos a las
ciudades. Yo tengo ilusión, pero también miedo. Me quiero dedicar al campo
porque es lo que he tenido desde pequeño, pero cada vez los gastos son mayores
y los ingresos, menores", reflexiona entre los invernaderos de acelgas y
rabanitos, que en verano dejan su lugar a pepinos y tomates.
"Hay que aprender a vender mejor", reivindica
Alfredo, pastor de 25 años
El presidente de la rama joven del sindicato Unión de
Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), Ricardo Bayo, señala Francia e Italia
como los países de referencia del marketing. Le duele que los vinos y quesos
galos y el aceite con sello italiano hayan logrado mejor reputación
internacional que los españoles. Sobre la organización en cooperativas, apunta
a Holanda como el país donde los agricultores se podrían instruir mejor.
"España es un buen sitio, por ejemplo, para aprender
una gestión eficiente del agua, porque tenemos más experiencia", explica
Robles. Los franceses, que están ampliando la superficie de sus regadíos,
podrían hacer estancias de aprendizaje en las huertas españolas. Otras de las
aportaciones que los agricultores pueden ofrecer a sus homólogos comunitarios
son cómo plantear los cultivos de secano, la producción integrada, las
plantaciones ecológicas (España es el país con más superficie de este tipo en
la UE).
Alternativas
«Cada vez tenemos más gastos y menos ingresos», dice Pedro,
de 22 años
Otro joven agricultor, afiliado al sindicato UPA, es Ventura
González, de 19 años y vecino de Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Desde
los 14 ha ayudado a su padre en el campo y ahora refuerza sus conocimientos con
estudios sobre salud ambiental (medio ambiente, plagas, productos químicos...).
Durante años, Ventura ha pasado las mañanas en el instituto
y las tardes, entre azadas y cosechadoras. Conoce al dedillo la política
agraria de España y la UE, al igual que los secretos que esconde cada tipo de
tierra, fertilizante o semilla. Teme las embestidas que el fuego, la lluvia,
las plagas y las oscilaciones de los precios dan de vez en cuando al sector:
"Las patatas, por ejemplo, te pueden hacer rico un año y dejarte sin nada
los diez siguientes".
En el futuro, Ventura quiere dedicarse a otro empleo que
pueda combinar con el campo. Sin embargo, de reojo, mira a Alemania, Francia y
Holanda para un posible erasmus: "Los alemanes tienen unas maquinarias que
nos sacan 15 años de ventaja y los otros dos han logrado certificaciones
importantes para sus semillas ¿Por qué no hacemos lo mismo en España?".
A los ganaderos, más esclavos de su trabajo, les resultará
difícil estudiar fuera
Mientras repasa los sistemas de regadío de sus campos de
cereal, insiste en reconducir la política agraria para dar más ayudas al
trabajador y menos a los grandes terratenientes: "Hay que subvencionar al
agricultor activo, no a la tierra activa".
Dificultades
A los ganaderos les resultará más complicado poder acogerse
a estos programas. Las 500 cabras que mantienen Alfredo Martín, de 25 años, y
su padre impiden que el hijo pueda estudiar técnicas ganaderas en otro país.
"¿Quién se haría cargo de ellas?", se pregunta. Entre los dos ordeñan
400 de las cabras en apenas tres horas, pero sería una labor muy costosa si uno
de los dos faltara.
Su rebaño es el último que queda en Valdemaqueda (Madrid),
un municipio de 1.000 habitantes que llegó a contar con cerca de 20.000 cabezas
de ganado, entre vacas, ovejas y cabras. El joven estudia el curso de Bienestar
y transporte de animales vivos, uno de los requisitos para optar a las ayudas
de la Comunidad de Madrid.
En el futuro, este chico quiere ampliar el rebaño hasta las
800 o 1.000 cabezas. Le gustan las cabras: "Son más inteligentes que las
vacas y las ovejas". Además, la Comunidad las prefiere porque castigan más
el monte arbolado y de monte bajo, y eso hace frenar los incendios. "Pero
si quieren que no desaparezcan, nos tendrán que ayudar, porque el precio del
grado de la leche es muy bajo", lamenta.
Entre las propuestas que se han quedado en el tintero de la
PAC 2014-2020, está la de dar ayudas económicas para que los ganaderos puedan
irse de vacaciones en algún momento del año.
"El de ganadero es uno de los
trabajos más esclavos porque no hay fiestas ni días libres", explica
Alfredo, que valora el impacto que han tenido los avances tecnológicos en las
últimas décadas. Un ejemplo: con los nuevos envases, que mantienen la leche
fresca durante horas, Alfredo y su padre ya no tienen que levantarse a las cuatro
de la mañana para tener listos los tanques de leche cuando llegase la lechera.
Pero la evolución tecnológica no ha sido suficiente para el
resto de pastores de Valdemaqueda, que han abandonado sus negocios e, incluso,
se han ido del pueblo. "El problema es que no es rentable. Tenemos que
aprender a vender mejor nuestros productos y que el trabajo sea más
productivo", reivindica Alfredo, que aguarda sentado con sus cabras que la
política agraria de la UE se acuerde también de los ganaderos.
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