Un Alcade sin Pueblo
Un Peugot sirvió para recorrernos la estepa. La gran Castilla. La del León. Por una carretera de cantos, y bien gordos llegamos al destino: Villar de Matacabras. Sin duda, íbamos a la aventura. A lo nunca visto, a lo nunca oído. A buscar a un señor que no sabíamos si nos iba a recibir. Ni si quiera sabíamos si estaba vivo. Suena fuerte, de primeras, pero este señor vivía solo en ese pueblo. No sabíamos ni cómo, pero ese era el objetivo. Armarse de valor fue la constante antes de salir del coche. Y allí, entre leña nos lo encontramos. Máximo Hernández sostiene la función de alcalde. De mocasines, unas botas de tres agujeros, de báculo un rastrillo, y de sombrero una gorra de hace 11 años. Tras intensas conversaciones logramos adentrarnos en un mundo sencillo, en el que poco es mucho. Las lagrimas no tardaron en aparecer incluso para los “más duritos”, unas lágrimas que pensaban en lo pura y humilde que puede llegar a ser una persona. La historia nos caló hasta los huesos.
88 años a sus espaldas y un cuarto de vida viviendo solo en un pueblo en ruinas. Máximo Hernández es un claro ejemplo de que con poco se puede llegar a ser completamente feliz. Villar de Matacabras nos abre las pocas puertas que le quedan para mostrarnos a su habitante más ilustre, el único.
Fuente: http://www.18mm.es/
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