1855 Motín en Madrigal de las Altas Torres
En el verano de 1854 una revolución llamada La Vicalvarada, cambió el panorama político español. En la villa de Vicálvaro, las tropas sublevadas del general O’Donnell se enfrentaron a las tropas gubernamentales, dando paso al Bienio Progresista, y poniendo fin a la Década Moderada.
Una revolución que se extendió por todo el país, y que no pudo ser posible sin la insurrección de las clases populares, que asfixiadas por las alzas del pan y los impuestos indirectos llamados consumos, pedían su abolición y la mejora de sus condiciones de vida. En ella participó activamente el escritor arevalense Eulogio Florentino Sanz, cuyas proclamas portaban los manifestantes del Madrid insurrecto, y que quizás fuesen uno de los motivos de su posterior ostracismo.

En la Moraña no sería muy diferente, y a principios de agosto de 1854, se creaban en las principales villas, las juntas revolucionarias que proclamaban el éxito del pronunciamiento, y deponían a las antiguas autoridades, depurando el cuerpo de la benemérita y volviendo a crear la Milicia Nacional.
Sin embargo durante el transcurso del Bienio Progresista no se mejoró para nada la vida de las clases populares, que veían como por ejemplo en el campo, independientemente de quien gobernase, sus reclamaciones no eran nunca atendidas, perdiendo progresivamente sus derechos con la privatización de las tierras comunales, y siendo reprimidas incluso con más fuerza. Lo que sí hubo, fue un impulso de la conciencia de clase obrera, y en 1855 se producirá en España, la primera huelga general.
En Castilla cuya imagen equivocada que tenemos del siglo XIX, era de sociedad mansa y poco dada a las revueltas, no sería diferente y un buen ejemplo es el de la villa de Madrigal, que fue foco de múltiples revueltas populares y manifestaciones obreras durante todo el siglo XIX, y bien entrado el XX.
«Las insurrecciones son tan viejas en España como el gobierno de los favoritos de Palacio contra los cuales han ido usualmente dirigidas». Karl Marx, La España revolucionaria, New York Tribune, 9 de septiembre de 1854
A continuación veremos algunos recortes de prensa de 1855 sobre un motín sucedido en la villa de Madrigal, en una época donde los jornaleros no eran considerados ciudadanos libres, y se daba por hecho de que debían rendir pleitesía a sus «amos». Las autoridades de Madrigal, con motivo de un motín en la villa, crearían una gran alarma social a nivel nacional.
Revuelta en Madrigal
La revuelta de Madrigal que se inicio el 13 de noviembre de 1855, fue ampliamente cubierta por los diarios nacionales. Muchos dieron el grito en el cielo, llamando directamente a la represión de las clases populares.

En la villa de Madrigal, provincia de Ávila, han ocurrido graves desordenes. Parece que el día 13 del actual se reunieron los jornaleros del pueblo pidiendo al ayuntamiento les facilitase trabajo porque no tenían recursos para vivir. A tan apremiadas necesidades contestó la municipalidad señalando sitios y ocupaciones en que podían ganarlos; pero a pretexto de que era demasiado cortos, siguió adelante el motín hasta que para sofocarlo llegaron fuerzas de la guardia civil y nacionales de Arévalo.
No deja de ser notable el movimiento popular de Madrigal, que descubre ciertas tendencias en la clase baja del pueblo a dominar a los pudientes y a las autoridades, Si esto es a principios de invierno y en pueblos de tan poca importancia como Madrigal, puede calcularse lo que sucederá mas adelante en las capitales de provincia, si con mano fuerte no se castiga y reprimen estos excesos.
Desmintiendo la gravedad de las protestas
Algunos diarios quitaran hierro al asunto como La Iberia, que ve exageradas las pretensiones de represión, a unos hechos que siempre han ocurrido.

La Estrella de anoche predica un sermón de cerca de tres columnas con motivo de una correspondencia de Ávila dirigida al Leon Español, en la que se da cuenta de varios jornaleros de Madrigal pidieron al ayuntamiento de aquella población trabajo, por carecer de recursos para mantener a sus familias.
Esto que ha sucedido en todos los tiempos, hace poner a nuestro colega el grito en los cielos, diciendo en tono semi-trágico, que la hidra de la revolución nos va a devorar, etc, etc…
Mucho sentimos que el espíritu de partido ciegue hasta tal punto la inteligencia y la razón de escritores que por su talento están llamados a ilustrar al país, marcando le la senda de la paz y bienestar que tanto ha menester.
Créanos La Estrella: mientras no tome otro rumbo, su luz servirá mas que para extraviar a los incautos caminantes a quienes se propone servir de guía en el intrincado laberinto de la política.
Conspiración carlista en villas inmediatas 11 días antes
Llama la atención que tan solo 11 días antes del motín de Madrigal, el 2 de noviembre, el ejercito procedente de Valladolid, junto con la benemerita y las milicias nacionales de villas cercanas se dirigen a Peñaranda de Bracamonte, pasando por Horcajo de las Torres, y dejando parte de las tropas en Madrigal. ¿Se usaba la excusa de un posible alzamiento carlista para mandar tropas a controlar Madrigal y las villas colindantes, por el miedo a un efecto de contagio de las revueltas populares?, ¿o fue realmente un verdadero intento de crear una partida carlista? El caso es que para el nuevo gobierno progresista, a ojos del público, siempre le daba mejor publicidad reprimir carlistas, que a un motín de jornaleros.
La Iberia del 17 de noviembre de 1855
—Nuestro corresponsal de Peñaranda de Bracamonte nos dice lo siguiente con fecha 3 del actual:
«En la madrugada de ayer comenzaron a oírse en esta los clarines del escuadrón de la benemérita M. N. que tocaban a botasillas, sucediéndose instantáneamente a este toque el de grupas y a caballo: a la vez los tambores y cornetas de esto batallón, que se compone de cinco compañías, hacían oír sus marciales sonidos, tocando llamada. En el momento se reunieron los nacionales de una y otra arma. A la media hora, setenta y seis nacionales de caballería, en unión de la Guardia civil, emprendieron la marcha hacia el pueblo de Horcajo de las Torres, cuatro leguas distante de esta, y sin dejar el trote llegamos a las nueve de la mañana.
Según comunicaciones que habían recibido las autoridades, parece que en dicho pueblo y en este mismo día, debía estallar una conspiración en sentido carlista, por lo que a nuestra llegada, y después de dejar doscientos infantes en Rámaga, pueblo inmediato, fue circunvalada la población por la sección de tiradores con la Guardia civil.
Nuestro comandante don Antonio Rivero con los lanceros y el teniente de la Guardia don José Herrero, ocuparon dicho pueblo; y poniéndose de acuerdo con su alcalde procedieron al reconocimiento de las casas sospechosas que pudieran inducir a tomar el hilo de la conspiración.
Ya hablan pasado cuatro horas en este reconocimiento cuando se presentaron treinta caballos del ejército que con cien infantes que dejaron en Madrigal, pueblo inmediato también, venían a marchas dobles de la capitanía general de Valladolid. Después de una conferencia habida entre los respectivos jefes de la Milicia y del ejército, y visto ya el ningún fruto de las diligencias practicadas hasta entonces, se convencieron de que el plan de conspiración había fracasado allí, volviéndose acto continuo a Madrigal, y nosotros a Cantalapiedra, por si aquella noche ocurría alguna novedad.»
Hechos sobre el Motín de Madrigal
El 29 de noviembre de 1855, una carta era publicada en el diario La Iberia, probablemente por un vecino de Madrigal, para explicar lo que realmente sucedió en el motín del 13 de noviembre. (Indicar que hay un error en la fecha en la publicación, debería ser 24 de noviembre en vez de 24 de octubre).
La Iberia del 29 de noviembre de 1855
Sres. redactores de LA IBERIA.
«MADRIGAL 24 de octubre.—Muy señores míos: No había pensado en dar á Vd. parte de lo acaecido en esta villa, ni aun después de haber leído en el León Español una comunicación de Ávila absolutamente inexacta en lo que tiene relación con los sucesos de aquí, porque no creo que la misión de un periódico sea el llenar sus columnas con noticias de ningún significado; pero al ver que se ha querido darlo cierta importancia política, y observando el particular deleite con que se acoge por algunos cuanto hace relación a trastornos y desórdenes en cualquier sentido que sean, rompo mi propósito, para que la verdad quede consignada.
El domingo 11 apareció fijado en uno de los sitios más públicos un papelucho en que se amenazaba con ser apaleados los jornaleros que al día siguiente salieran a trabajar no cobrando cuatro reales en vez de los tres que ahora ganan; este papel fue recogido por un dependiente de la autoridad y entregado a esta, sin haberse apenas leído, y sin que produjera en aquel día la mas pequeña conmoción. Llegó el lunes y todos los jornaleros acudieron como de costumbre a casa de sus amos con objeto de recibir el vino que diariamente llevan; pero habiéndose reunido diferentes cuadrillas a las puertas, convinieron allí en no ir a trabajar y así lo hicieron recogiendo al efecto algunas otras que se hallaban ya en los puntos de su destino, viniéndose todos juntos hasta la entrada del pueblo, en donde se diseminaron para irse… cada uno a su casa. Y aquí concluyen los graves desórdenes de Madrigal puesto que al día siguiente sin haber mediado contestación alguna, sin formular los jornaleros su deseo ni habérsele iniciado a sus amos siquiera, continuaron en sus trabajos como en la semana anterior.
Esta es la verdad de lo que aquí ha ocurrido, y yo desafío a que se me desmienta con hechos. Cuanto se ha dicho, pues, de reunirse los primeros contribuyentes y el ayuntamiento, de la intervención para cortar el motín de la Milicia Nacional de Arévalo etc. etc., es ridículamente falso: ni los pocos hombres que mal armados y sin la menor instrucción militar vinieron acompañando al juez de primera instancia el miércoles, es decir, cuando ya Madrigal podía haber ardido, hubiesen entrado en él si este pueblo se hallara amotinado, ni la autoridad local ha tomado determinación alguna por sí ni en unión con los contribuyentes.
Si el ayuntamiento en vez de alarmar el país con noticias y partes exagerados, comprendiendo sus deberes hubiera hecho por conocer las aspiraciones de los jornaleros, armonizándolas con el interés de los propietarios; si hubiese procurado estudiar hasta qué punto eran justas aquellas pretensiones para satisfacerlas y reprimirlas; si hubiera, en fin, hecho algo de lo que debe y puede toda autoridad local, lo sucedido aquí no se tomaría en boca siquiera, y á pesar de todo es tonto el hacerlo dándolo importancia.
En resumen, lo que ha sucedido en Madrigal, es que los infelices que trabajan para sostener sus familias, querían que tuviera el corto jornal que ganan algún aumento que le pusiera en relación con el precio del pan, y este deseo, acaso demasiado justo en su fondo, lejos de haber sido impuesto violentamente, ha sido manifestado de la manera mas zurda, mas grotesca y mas ineficaz entre todas las que hay para decir lo que se quiere.
Como lo comprenden, no es esto precisamente lo que se llama en buen castellano un motín; pero si todavía La Esperanza y La Estrella tienen empeño en que lo sea para continuar en sus profundas y oportunas reflexiones, yo no le tengo en oponerme con tal de que convengan en que no es de los mas terribles que se han conocido.»
Bibliografía Principal:
La Época del 22 de noviembre de 1855.
La Iberia del 21 de noviembre de 1855.
La Iberia del 17 de noviembre de 1855.
La Iberia del 29 de noviembre de 1855.
Las hermanas de Rebeca. Motines y amotinados a mediados del siglo XIX en Castilla y León. Javier Moreno Lázaro.
https://olvidadoslamorana.wordpress.com/author/oscar1979/page/2/
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