ESPAÑA VISTA DESDE...

8. CASTILLA Y LEÓN

Castilla, la eterna coartada


Estampa de campo en Villalón de Campos, con un caballo en primer...
Estampa de campo en Villalón de Campos, con un caballo en primer plano. ANTONIO HEREDIA
¿Por qué una genial generación de escritores la señaló como quintaesencia de la identidad española? ¿Cuánto noventayochismo resiste la Castilla de hoy? La autonomía más extensa de España es por eso mismo difícil de definir, pero la historia nos facilita una taxonomía de urgencia: el Reino de León por un lado (León, Zamora y Salamanca) y el de Castilla por otro (Valladolid, Palencia, Burgos, Soria, Segovia y Ávila). ¿Hay diferencias entre un abulense y un segoviano? Seguramente haya más entre un leonés y un vallisoletano. O entre un vallisoletano y los demás.
La historia afirma que Castilla y León asumió el control político de la Península a fuerza de luchar contra el moro y lo expandió por el mundo, coaligándose con Aragón en virtud de un matrimonio católico y visionario: el de Isabel y Fernando. El imperio español empieza a nacer en Madrigal de las Altas Torres, antaño bastión en la frontera leonesa, hoy villa monumental azotada por la canícula. Paseando por sus calles desiertas cuesta creer que en aquel palacio de austero ladrillo, propiedad de Juan II de Trastámara, viniera al mundo Isabel de Castilla, artífice de la unidad nacional. Quien vino a morir un poco más allá, en Medina del Campo, (Valladolid), que ostenta la capitalidad con carácter propio al decir del resto de castellanos. «Los pucelanos son muy estirados. Se llevan siempre todas las ventajas. Su plaza tiene que ser la mejor», se queja una señora en plena plaza Mayor de Salamanca, que poco tiene que envidiar a ninguna. Y menos desde que Miquel Barceló le plantó un elefante que se sujeta sobre su trompa y escupe humo blanco por el tafanario. A Salamanca le cambió la vida el día lejano de hace ¡800! años en que se abrió la universidad. Pasaron Fray Luis y Unamuno, y la ciudad del Tormes sigue bullendo con la energía de los estudiantes. No descansa ni cuando acaba el curso. Es dinámica, profunda, turística y esencial.
Los vallisoletanos arrastran una fama similar a la que sobrellevan los parisinos en el resto de Francia. En el centro de su soberbia plaza soportalada imaginó Delibes las quemas de herejes que el noble pueblo tanto disfrutaba a falta de Twitter. A ella se asoma el ayuntamiento que hoy gobierna el portavoz de Ferraz, Óscar Puente, vencedor de la apuesta sanchista que desmiente la reputación derechista de la ciudad: Fachadolid.

ALTIVEZ PUCELANA

El peso de los siglos se hace notar a cada paso. Desde la solidez imperial de la catedral nueva hasta el palacio de Pimentel -hoy Diputación- donde nació Felipe II, que fue bautizado en la cercana iglesia de San Pablo. Iglesias, conventos, palacios, colegios universitarios, museos, librerías y edificios públicos informan de un pasado aristocrático que se actualiza en forma de cantera de poder cuyos frutos se extienden hasta la vicepresidencia del Gobierno. ¿Fue Umbral quien propaló la tesis de que en Valladolid se hablaba el mejor castellano del país? Estamos tentados de darle la razón con solo preguntar por la calle. «¿Cataluña? En la misma urna donde quieren echar el voto, que echen también el dinero para comprar el solar de su Estado. El suelo español es de todos», razona un vigilante de parquímetro. Un jubilado tercia así en la cuestión identitaria: «Soy europeo, yo no mato por España. Nada me han hecho los catalanes: de Madrid Barcelona vive Castilla». José Ramónsegurata del palacio de Pimentel, se expresa de este modo: «España es el solar de mis antepasados. Hay un sustrato común que demuestra que los españoles compartimos más de lo que nos gustaría creer, más allá de los matices diferenciales». Aquí hay una calle que se llama Librerías.
Pero la verdadera villa del libro no es Pucela sino Urueña, una ciudadela cultural cuyas almenas vigilan la gran llanura amarilla. El responsable del milagro es el músico y folclorista Joaquín Díaz. «Yo buscaba un lugar relacionado con el medio rural. La Diputación me ofreció una vieja casona y pusimos en marcha la Fundación. Se creó una industria librera y de turismo rural. La verdad es que Urueña ha cambiado mucho», cuenta Díaz con la modestia de los sabios. No ha cambiado: la ha cambiado Joaquín DíazUrueña, que habría desaparecido en el vientre de la España vacía, hoy es una arcadia inverosímil donde las librerías brotan de lienzos de muralla y fragmentos de obras clásicas decoran los muros. Allí encontramos a un fotero legendario de este periódico, Fidel Raso, que regenta con su mujer Tamara una librería de periodismo y narrativa de viajes: Primera Página. Algunas fotos enmarcadas en la pared le recuerdan quién fue: el Muro de Berlín, la primera guerra de Irak, el entierro de Miguel Ángel Blanco. Tamara mata el gusanillo del oficio dirigiendo un periódico local, El Cisco, donde caben hasta exclusivas internacionales: fue ella la primera en informar de que el equipo de localizaciones de Juego de Tronosandaba por el pueblo.
Castilla y León lidera los resultados nacionales del Informe Pisa. El centro concertado Nuestra Señora del Pilar, en Soria, logra mejor puntuación que la admirada Finlandia en Lectura y Matemáticas. Su secreto es tan antiguo como la paideia griega: profesores excelentes y comprometidos, alumnos motivados por el placer del conocimiento. Bécquer no era idiota ni Machado un ganapán, cantaba Urrutia de camino a Soria.
Pero no solo de cultura vive el hombre. También vive del jamón. Y para eso está Guijuelo, en Salamanca, por donde pace en libertad el mejor amigo del hombre: el ibérico de bellota. Manuel Montellano, 28 años, representa la cuarta generación de Ibéricos Montellano. Nos cita en un encinar donde retozan 300 marranos negrísimos. Se le hace a uno la boca agua. «Esto es artesanía. Ahora se meten muchas multinacionales que crían a los cerdos en ciclos cerrados. Los animales ni ven el campo, se les modifica genéticamente. Aquí todo lo hacemos a mano. El animal está fibroso de subir y bajar por el monte. Tenemos un cerdo por hectárea», explica Manuel. Su tío Juan asiente, garrota en mano: «Hay que estar todo el día pendiente de ellos. Ayer mismo se nos ahogó una cochina. Y el año pasado un jabalí preñó a otra y hubo que sacrificar a la camada». La ciencia del cerdo, como cualquier otra, está rodeada de superstición. «El 100% ibérico es una moda que han impuesto algunos, pero para mí el sabor ideal es el 75%».
Paramos en Villalar para homenajear a los comuneros, cuya derrota a manos de las tropas imperiales marca el día de la fiesta regional. «Vienen los políticos, se hacen la foto y se van», lamenta Félix, que vive al lado de la picota donde dicen que colgaron las cabezas de Padilla, Bravo y Maldonado. Si hubiera un nacionalismo castellano, Villalar sería su cuna. Pero Tierra Comunera ya se extinguió. Por todo romanticismo castellanista nos queda el emotivo lienzo de Gisbert en El Prado.
Llegamos a Zamora, con su bello perfil de roca recortado sobre el Duero. Nadie ha hecho tanto por remozar Zamora como Paco Somoza, arquitecto, coleccionista, superviviente de la Movida, humanista. Sabe bien dónde vive y por eso deplora la «patológica humildad» que atenaza al español que no se atreve a decir su nombre. «La vergüenza de ser castellano, o español, solo puede fundamentarse en el desconocimiento», sentencia. Somoza puede demorarse horas enumerando las maravillas de su tierra, desde los viñedos de Vega Sicilia hasta la genialidad ingenieril de las aceñas, que molían el trigo y alimentaban al pueblo. El nacionalismo se cura viajando, pero el papanatismo se cura quedándose. Así, todos asociamos Burgos a la catedral, al Cid y a Atapuerca; pero quizá desconozcamos que también es el motor industrial de Castilla, junto con Palencia. En su barrio de Gamonal, famoso por aquella revuelta de vecinos, tienen su sede Campofrío o el Grupo Antolín, que nació hace 50 años. Hoy es una multinacional de componentes de automóvil con presencia en 26 países que factura 5.200 millones al año -el 12% del PIB de Burgos-, pero sigue siendo la empresa de una familia burgalesa que preside don Ernesto Antolín.
El viaje culmina en León, en la comarca minera de Laciana, fronteriza con El BierzoÁngel Gutiérrez, concejal socialista en Villablino y minero prejubilado, nos lleva hasta la bocamina aún activa de La Escondida, y nos muestra también el abandono del pozo Calderón, donde una noche de 2008 su cuerpo quedó atrapado por un desprendimiento. El pozo cerró. Aunque el castillete está aún en buen estado, los vestuarios ofrecen una escena posnuclear: cristales rotos, pájaros muertos, almanaques de mujeres desnudas en las taquillas. Los monos aún cuelgan de las perchas como si los mineros hubieran tenido que abandonar el lugar precipitadamente. «Bruselas ha dicho que se acabó, pero confiamos en que se haga bien la reconversión. Estamos abocados a la ganadería y el turismo», se resigna Juan, minero y concejal también. Su acento es ya casi asturiano, pero él reivindica el valle de Laciana, la izquierda obrera y la pertenencia sin complejos a España. Habríamos deseado recorrer también la romana Segovia del lechazo y la mística Ávila del chuletón. El cuerpo y el espíritu inagotables de Castilla, cuya identidad consiste quizá en resistir como coartada central de todas las identidades periféricas.
  • Mañana: CATALUÑA
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