10 feb 2012

La insistencia de diversos colectivos, entre ellos el de la




Antonio García  Ávila


Castilla y León dispone de uno de los patrimonios más ricos y mejor
conservados de España.


Sin embargo, también cuenta con ejemplos en el sentido contrario,
casi siempre situados en el entorno rural y cuyo deterioro ha estado
a punto de acabar con algunas joyas del arte, consumidas durante
años por la degradación, el descuido y el olvido más absoluto.


Se trata de un patrimonio que hemos dado en denominar esquelético,
cuya preocupante delgadez ha sido detenida por las vitaminas de las
administraciones, especialmente de la autonómica, que han parado
su progresiva ruina, junto a otras aportaciones privadas.


En ciertos casos las actuaciones han llegado algo tarde, aunque no
lo suficiente como para evitar el desvanecimiento de un enfermo que
precisaba de cuidados paliativos ante lo que parecía el final de sus días.


En esta tesitura se encuentran fundamentalmente monasterios y conventos,
pero también algunos yacimientos arqueológicos y castillos distribuidos
por toda la geografía regional.


Uno de los ejemplos más significativos se encuentra al el norte de
la provincia de Ávila. Se trata del convento de San Agustín o
Extramuros (s. XIII), situado en Madrigal de las Altas Torres,
patria chica de Isabel la Católica.


En este inmueble, construido a las afueras de esta histórica villa de
poético nombre, murió Fray Luis de León en 1591.


La insistencia de diversos colectivos, entre ellos el de la
Asociación de Amigos de Madrigal, contribuyó a concienciar a las
instituciones sobre el estado de deterioro que sufría un inmueble de
grandes dimensiones, que después de siglos en pie a duras penas,
se encontraba al borde de la ruina.


La actuación de la Consejería de Cultura y Turismo ha contribuido a
consolidar, recuperar y mantener lo ya existente, que no es poco,
de manera que este monumento declarado Bien de Interés Cultural (BIC)
en 2007 abrirá sus puertas al público ahora, por primera vez en muchos años,
tras finalizar las labores de recuperación en los primeros días de 2012.


Otro de los mejores ejemplos de esta actuación se encuentra en el
municipio burgalés de Hortigüela. Se trata del impresionante monasterio de
San Pedro de Arlanza, que ya contaba con una comunidad monástica en el siglo X.
Situado a orillas del río que le da nombre, este inmueble ha sufrido diversas t
ransformaciones a lo largo de su historia, lo que ha propiciado una mezcla de
estilos que no han mermado ni un ápice de su belleza.


Los procesos desamortizadores del siglo XIX contribuyeron a su ruina,
al igual que el incendio que tuvo lugar en 1894 y la invasión napoleónica,
saldada con algunos destrozos.


Tras sucesivas restauraciones, la primera en los años setenta, el conjunto
ha visto garantizada la estabilidad de sus elementos constructivos, para
ofrecer un recorrido seguro a los visitantes, que cuentan con medidas de
protección en el interior. Igualmente, se ha actuado en el entorno.


En Zamora existe otro referente de este patrimonio esquelético, pero con alma.
Se trata del monasterio de Santa María de la Moreruela, declarado
Monumento Histórico Artístico en 1931 y considerado uno de los más
destacados del Císter en España.


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impresas de EL MUNDO de Castilla y León y EL MUNDO de Valladolid

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/10/castillayleon/1328860647.html 

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